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Un piloto de la Asia Talent Cup, Afridza Munandar, perdía la vida este sábado en Sepang. Pero eso no importa: hoy toca despellejar a Marc Márquez.

El piloto indonesio de 20 años, Afridza Munandar, falleció tras un fatal accidente en la primera carrera de la Asía Talent Cup; que se celebra a lo largo del fin de semana del Gran Premio de Malasia, en el circuito de Sepang. El mismo escenario (y todo indica que de la misma manera: atropello) en el que perdió la vida Marco Simoncelli. Este próximo domingo, antes del inicio de las carreras, habrá un minuto de silencio. Y los pilotos de esta competición de promoción, por votación, han decidido que la mejor manera de honrar a su compañero fallecido, es correr la segunda carrera programada en esa jornada.

Todo lo que ha pasado este sábado en Sepang deja de tener sentido; y para mí (aunque acato la dictadura del “show must go on”) el GP también. Este es el tipo de hostias que nos da la vida, en su más dramática esencia (en forma de muerte) mientras nos metemos con los pilotos que ya son estrellas consagradas. No nos damos cuenta que ellos se la juegan tanto como este aspirante al inefable sueño de triunfar en este deporte. Por ejemplo: el que la ha perdido, hoy.

Yo lo he hecho, con Marc Márquez. Creo que se equivocó estrepitosamente en el breve tiempo de la Q2 saliendo a pista vacilando a Fabio Quartararo desde el pit lane. Se desenmascaró a sí mismo jugando en la pista y cometió, él que tiene ocho títulos, un error de novato: enfriar las gomas con el asfalto en el límite de la temperatura óptima. Para colmo, fue el “rookie” el que tuvo la suerte de no caerse (a punto estuvo) y se llevó la pole. Aunque, si hablamos de fortuna, no existe comparación ni con el más bestia de los Euromillones el hecho de que Marc de haya levantado por su propio pie después de semejante palo. Tampoco somos conscientes de esto. Yo hoy he exagerado su error con un tuit que la desgracia de Afridza Munandar me ha enseñado que fue exagerado.

Insisto: no somos conscientes de que hoy Marc Márquez (si no fuera la bestia física que es) podía haber sufrido una lesión medular grave. Sí lo han sido, lamentablemente, los que en las redes sociales (hoy especialmente, cumpliendo su función de plantas de reciclaje) se lamentaban de que haya salido ileso del trance. Lo escribí cuando murió Marco: basura, alguna más podrida que otra; pero mierda en cualquier caso. Pero hoy existe un agravante: mientras Marc daba unas explicaciones que redundan en su orgullo disfrazado de fortaleza mental y con la gente en las redes enganchada en las peleas de siempre, se mataba un piloto delante de nuestras narices. Y algunos siguen discutiendo.

Yo sé que Marc se ha equivocado, hoy, dentro y fuera de la pista. Mientras hablaba, el maestro de los enviados especiales MotoGP David Emmet escribía la gloriosa cita de Groucho Marx: “¡Pero bueno! ¿A quíen va usted a creer, a mí a sus propios ojos?” Pero es que da igual: la crítica no tiene sentido después de semejante desgracia. Y el odio (que nunca tiene sentido) es la desgracia en sí misma.

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ale.garciamontes
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