Este aficionado tenía una Yamaha RD350 pero quería ir más allá. La ocasión se le presentó cuando supo de que estaba a la venta un chasis de Lambretta de 1963 (¡de hace casi 60 años!). El resultado que ves aquí supuso un trabajo de un año…
Este Frankenstein de dos ruedas (lo decimos con cariño) utiliza piezas de diferentes donantes, así las ruedas son de procedencia Piaggio. Los discos también son Piaggio pero van mordidos por pinzas Lambretta, mientras que basculante el Lambretta tuvo que ser recortado para alcanzar la medida justa.
Lambretta con motor Yamaha RD350
Para mantener el motor en orden (que al ir dentro de los cofres laterales podría calentarse más de la cuenta), se montó una bomba de agua de procedencia Volvo, que funciona de maravilla a la hora de refrigerar el bicilíndrico de 2T. El radiador está en el escudo, por lo que hay un largo camino entre este y el motor que se encuentra en la parte trasera como en cualquier otro scooter. La bomba de agua Volvo se encarga de que la temperatura del bicilíndrico no se dispare. Ni siquiera en pleno atasco la Lambretta RD350 ha dado problemas de calentamiento.
Una bomba de gasolina procedente de una Yamaha R1 se encarga de suministrar el combustible al bicilíndrico. La hoquilla es muy especial e incluso cuenta con un sistema antihundimiento realizado por este apañado aficionado. Para ahorrar dinero se emplearon piezas de las Lambretta que se venden en India, aunque para ello fue necesario adaptarlas.
Tanta transformación en la parte ciclo hizo aconsejable montar un motor de Yamaha RD350 YPVS absolutamente de serie. “El bicilíndrico va como la seda”, declaró el artesano. La potencia es de unos 68 CV lo que supone un buen aumento frente a los 6 CV que daba la Lambretta a comienzos de los años 60. Los escapes son de fabricación propia, aunque viendo el acabado podría parecer que proceden de la industria auxiliar.
Lo más complicado de todo el proyecto fue conseguir que el cableado de Lambretta y el de Yamaha funcionasen juntos. A pesar de la magnitud del proyecto, el coste no pasó de las 5500 libras (6266 euros). Para financiar esta aventura nuestro protagonista vendió todas las piezas de la Yamaha que no necesitaba. La decoración, con el famoso speed block de Yamaha América, la realizó una empresa profesional. Albert Einstein dijo aquello de que “la estupidez humana es infinita” pero nos atreveríamos a decir que la imaginación tampoco tiene límites, al menos la de algunos…
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