El Gran Premio de los Países Bajos, Assen para los amigos; La Catedral para los más fieles de la parroquia. Un fin de semana que se acababa, entonces y como último año de la historia, con la carrera celebrada en sábado.
Recordemos la situación previa, reflejada en las crónicas: Jorge Lorenzo, cuatro victorias seguidas y con la idea de ir a por la quinta. Rossi siempre en el podio. Marc Márquez con problemas: dos ceros seguidos.
Desde el primer entrenamiento libre, Valentino Rossi tuvo claro quién iba a ser su rival en Holanda. El italiano se llevó la pole y Marc Márquez enseñó sus cartas en el Warm Up. Y la carrera fue un duelo entre ambos de semáforo a bandera: Jorge Lorenzo completó el podio a casi quince segundos de diferencia de una cabeza que empezó a pelearse a tres vueltas del final.
El trance de carrera que todos conocéis era la foto obligada para el capítulo (paciencia: quedan dos) de este domingo. El mismo que hasta el propio Lorenzo, por fin, marca como el punto a partir del cual Marc Márquez decidió que Rossi no debía ganar su décimo título, aquel año.
Pero hay algo que no trascendió demasiado, justo después de esa bandera de cuadros y un podio (Rossi, Márquez, Lorenzo) en el que sonó el “Fratelli d´Italia”: el cónclave en el que reúnen a Marc y Vale y la charla que se llevó el español por intentar una maniobra (¡qué animal, qué animal! Crivi dixit) casi suicida.
En ese momento preciso, finiquitada la octava cita del año y con diez (más parón de verano) por delante, las instituciones de MotoGP tenían claro que Marc Márquez no debía presentar más batalla cuerpo a cuerpo (y al límite) contra Valentino Rossi. No querían esa guerra enla pista.
Aquí volvemos con un párrafo al que hicimos referencia en el primer capítulo: Marc Márquez ya en 2014 acojonaba más que ilusionaba a los que mandan en MotoGP; que aún entonces vivía con el pavor de tener que pasar por otra desgracia como la de Marco Simoncelli.
Y así se lo transmitieron sin complejos, que bajara agresividad y riesgo: “niño, deja ya de joder con la pelota” que cantara Serrat. Y el niño salió con más rabia aún de aquel despacho de Assen, a hablar con los periodistas.
En la rueda de prensa mi querida Belén Zurita de Movistar le preguntó qué había aprendido, ése día, de Valentino: “motocross” fue la respuesta. Y ambos pilotos se enzarzaron en un debate sobre trazadas fuera de pista; donde salió hasta el sacacorchos de Laguna Seca a colación.
Pero Marc Márquez cumplió con la orden recibida: ganó sin tacha quince días después en Sachsenring; y un mes más tarde del parón de verano en Indianápolis. Ojo: con Valentino Rossi en el podio y a escasos cinco segundos a su zaga.
Llegamos a Brno y Jorge Lorenzo ganó su quinta carrera del año. Márquez segundo y Rossi en el podio. Y a final de agosto… ¡Valentino ganó en Silverstone! La friolera de doce podios en las doce primeras carreras de esa temporada.
Y con Marc Márquez de nuevo rodando por el suelo, víctima de su propio ímpetu o tal vez del de su Honda… el caso es que, el 30 de agosto de 2015 las opciones de luchar por el título se esfumaron casi definitivamente para el de Cervera.
Con el flamante liderato recuperado (Jorge Lorenzo acabó cuarto en Inglaterra) Rossi apareció en su casa de Misano con un casco donde un pececito (él) nadaba huyendo de un tiburón que le quería comer sin contemplaciones. El escualo era Jorge y se llevó la pole del sábado.
Pero aquel domingo ambos naufragaron en una carrera flag to flag y dos cambios de moto. Valentino Rossi falló el primer podio del año (acabando quinto a medio minuto de un acertado Marc) pero Jorge Lorenzo se cayó tras cambiar de moto por segunda vez.
Con estos mimbres Jorge llegó (y ganó) quince días después, en Aragón. Y Marc Márquez certificó su quinto cero de la temporada. Una carrera (la 14 de 18) importante por ser la última antes del mes de octubre con MotoGP girando por Asia y Oceanía: el famoso triplete.
En Aragón pasó algo importante (para mal) para Valentino Rossi: la resurrección de Dani Pedrosa; que ya antes había dado muestras de volver a estar fuerte. Vale ya sabía (y asumía) que Jorge lucharía hasta el último GP y que Marc sería rival, carrera a carrera, hasta Valencia.
Pero no esperaba la oposición de Pedrosa; que le arrebató una segunda plaza que valía oro a cuatro carreras del final. Valentino Rossi quiso entonces hablar con Dani; pero este no le recibió siquiera: todos se fueron a hacer las maletas para estar un mes fuera de casa.
Y Dani Pedrosa ganó en Japón. Vale (segundo) y Jorge cerrando el podio con Marc cuarto. A lo largo de quince carreras de una temporada de dieciocho, Rossi solamente había perdido el podio una vez y no había hecho ni un solo cero. Pero en el fondo de su oscuro corazón empezaba a sentir algo más que miedo: vértigo. Una desazón que le llevaba a pensar que, después de un año para enmarcar nadando en solitario, se iba a ahogar en la orilla de Valencia.
Antes de llegar a Cheste había que pasar por Australia y Malasia. Y esos dos grandes premios se merecen el penúltimo capítulo de esta saga, el próximo domingo. Un poco de paciencia, parroquia: ya llega el #SepangClash con toda su salsa. Y también vamos a contaros cosas interesantes.
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