El mundo de la automoción vive uno de sus momentos más interesantes de su historia debido a dos tendencias disruptivas: la electrificación y la digitalización. En cuanto a la primera, además de en los motores eléctricos, los fabricantes buscan otros sustitutos del petróleo como el hidrógeno o los combustibles sintéticos. Confesamos que tenemos bastante presente a la cerveza en nuestra vida pero lo que no sospechábamos es que “una pinta” sirviese de combustible…
La historia que te estamos contando comenzó en 1976 cuando Kitty Linn O’Neil (1946-2018) se convirtió en “la mujer más rápida del mundo”. A lomos de un vehículo de tres ruedas llamado “SMI Motivator” alcanzó una velocidad de 512,710 millas por hora (825,127 km/h). ¡Imagínate que te pille un radar a ese ritmo! Pero no vamos a hablar de Kitty sino de Ky Michaelson, uno de los técnicos que participó en el proyecto.
La moto alimentada por cerveza
Ky Michaelson, a quien se le conoce como “Rocketman” (hombre cohete) por su aventuras con cohetes (como se suele decir en estos casos, ésa es otra historia) ha convertido un barril de cerveza en un generador de vapor a alta presión. Su moto lleva un barril de 52 litros que se calienta hasta los 150 grados. La cerveza sale a una presión de 19,3 bares y, junto con un propulsor de dióxido de carbono, actúa como un motor cohete a reacción.
En teoría se podría utilizar como combustible cualquier líquido que tenga su punto de ebullición por debajo de los 150 grados. Ky Michaelson dice, no sabemos si en broma, que su moto funcionaría con Red Bull o café. La idea de Rocketman Michaelson es probar su invento en un lago salado, como hizo Kitty O’Neil en 1976.
Las “cifras oficiales” de la moto de cerveza hablan de 92 CV y 240 km/h de velocidad máxima. Quien sabe, quizá los problemas de Marc Márquez se resolverían poniendo Red Bull en el depósito de su Honda RC213V…
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