La tensión política y de fractura social que se está viviendo en Cataluña es un tema que, por supuesto, pivota por cada esquina del paddock de este GP de Aragón que acaba de comenzar. Los catalanes son mayoría, entre los desplazados que, cada fin de semana de MotoGP, viajan por todo el planeta con un pasaporte que pone Reino de España en la cubierta.
Uno de esos pasaportes es el de Marc Márquez. De los pocos pilotos, nacidos en España, que no tiene otro de la Confederación Helvética (Suiza para los amigos) o de Andorra. Y estoy hablando de las tres categorías. El piloto de Cervera, como Rafa Nadal, sigue siendo español tanto para el podio como para hacienda. Él mismo ha querido recordarlo en una entrevista al diario El Mundo; donde además ha explicado por qué no opina de temas políticos: “Me preocupa, está claro, como le preocupa a toda la sociedad, pero es un tema en el que no me voy a mojar. Me afecta como ciudadano, pero no entiendo lo suficiente. Con lo que leo en las noticias, con lo que puedo extraer, no es suficiente. Prefiero guardarme mi opinión y verlas venir, a ver qué pasa.”
En sus redes sociales, en las que recibe y soporta algunas críticas, pocas en comparación a las muestras de cariño y apoyo de sus fans, Marc Márquez está siendo interpelado, en los últimos días, por perfiles de usuarios que le exigen a él como a cada personalidad pública catalana “que se moje en la defensa de su tierra” y en ocasiones está recibiendo insultos como “vendido” por mantener un silencio, a mi parecer prudente y necesario, ante una situación abominable que está fuera de control.
Marc Márquez sabe, como Valentino Rossi, que es una figura universal de un deporte que no se mueve por la motivación de las banderas o los himnos. Recuerdo cómo la cámara captó, en 2014, las palabras del de Cervera al de Tavullia cuando la Marcha Real, que él siempre adorna con gracia en sus tres acordes finales, se pitaba desde la tribuna de Montmeló mientras sonaba en su honor: “Esto no me gusta”.
Su desmarque ante un dislate provocado por una clase política indecente, inepta y corrupta; es lo más sensato y apropiado en estos momentos. Sí parroquia sí; yo quiero mojarme y centrar el tiro en unos señores feudales (de palacios y de pueblos; de una y otra orilla) que viven de los problemas en vez de solucionarlos, para mantener dividida a personas inocentes que sólo les interesan como contribuyentes fiscales. Y aplaudir a todo aquel que no entre en su juego trilero, que aparta de los focos de los medios todos los “tres por ciento y operaciones Lezo” …pero “al cent per cent”. En esta página, y sin abusar más del criterio de sus lectores, tengo el privilegio de aplaudir, ahora, a Marc Márquez. A mano batiente.
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