El simpático muñeco de Michelin, celebra este año su 120 aniversario. Para poder llegar a este punto y superar en buena forma el siglo de vida, el Bibendum ha debido pasar por una historia plagada de muchas anécdotas… y de algunos fracasos. De hecho, cuando apareció por primera vez, hubo quienes lo consideraron “siniestro”. Sin embargo, el temor al extraño “hombre de neumáticos” duró poco; en el año 2000 fue elegido por los especialistas en comunicación corporativa como “el mejor logotipo comercial de la historia”.
El Bibendum es fruto un poco de la casualidad y de la coincidencia. A André Michelin, el creador de la marca, le pareció que un montón de sus neumáticos apilados en un almacén se asemejaban a un “hombre gordito”. La idea no fue a más hasta que en 1897 el ilustrador Marius Rossillon O’Galop le dio forma a partir de un boceto que había dibujado para una cervecería y que el establecimiento había rechazado. Mostraba a un rechoncho borrachín levantado una copa y brindando con la fórmula latina utilizada por los antiguos romanos, “Nunc es bibendum”. Al empresario le encantó porque había defendido la bondad de sus productos con un original slogan: “Los neumáticos que se beben los obstáculos” y encajaba completamente con la filosofía. Eso sí… le añadió unas gafas redondas, un enorme puro y un vistoso anillo -tres de los rasgos distintivos del propio André- para darle un ligero parecido personal.
El extraño muñeco fue presentado en sociedad en la primera edición del Salón Internacional del Automóvil de París y pese a algunas reticencias iniciales -el personaje era confundido a menudo con una momia o con el protagonista de alguna novela de terror por entregas- el éxito fue “in crescendo”. Faltaba, sin embargo, un importante detalle… y era que el “hombre de neumáticos” no tenía nombre. En la calle, los curiosos y aficionados -cuyos conocimientos de latín no eran, obviamente, demasiado amplios- habían comenzado ya a llamarlo Bibendum, suponiendo que como el extraño nombre aparecía en los cartelones justo sobre la cabeza del personaje, éste debía llamarse así. A André Michelin no le gustó en absoluto; hubiera preferido algo más fácil… como “Petit Michel” o “Monsieur La Pneu” pero comprendió que no había nada que hacer cuando nada más llegar a la carrera París-Ámsterdam-París, uno de sus mejores pilotos -Charles Thery- salió a saludarle gritando “Bibendum, Bibendum”.
Los avispados franceses se dieron cuenta inmediatamente de que tenían un magnífico embajador con su “hombre de neumáticos”. Los carteles del Bibendum precedían a cada expansión comercial de Michelin adaptados al nuevo mercado; cow-boy en los USA, aristócrata en Italia, berebere en Algeria, caballero de la mesa redonda en el Reino Unido… El simpático muñeco protagoniza dibujos animados, vende chocolatinas y las orquestas de baile incluso interpretan bailes más o menos estrambóticos imitando sus movimientos… y todo ello sin el control directo de Clermont-Ferrand, la sede central de la marca. Lo que ocurre es que cada delegación hace su propio Bibendum -en ocasiones con dispar fortuna respecto al original- y en Michelin se dan cuenta de que la cosa se les va de las manos. En 1930 unifican todo lo que tenga que ver con el personaje en un departamento propio, homologan un único diseño y le humanizan los rasgos. El muñeco pierde definitivamente el puro -que mantenía desde sus orígenes como homenaje al fundador aunque cada vez mostraba menos- y adelgaza un poco su contorno. En esencia es ya el Bibendum que conocemos hoy en día.
El concepto se mantendrá, más allá de ligeros retoques, hasta 1998. Ese año, coincidiendo con el centenario del muñeco, Michelin decide adelgazar todavía más a su popular icono y convertirlo en un referente del deporte y la vida dinámica. No ha actividad profesional de la que no se haya vestido a nuestro orondo protagonista, de cocinero a astronauta pasando por militar o piloto de carreras. Un par de años después afina todavía más su silueta, requisito imprescindible para dar el salto al 3D y acceder a los nuevos canales de comunicación que están ya marcando el ritmo.
Este 2018 Michelin decide “duplicar” al Bibendum y crear dos versiones; una para la estricta promoción comercial de los neumáticos y otra más corporativa para estar presente en todas aquellas actividades lúdicas, culturales, solidarias y deportivas en los que está involucrada la multinacional francesa. Aunque hay algo que se mantiene inalterado desde el nacimiento del que es ya un icono global: el inmaculado color blanco con el que fue creado… pese a que los neumáticos actuales son de color negro. Y tiene lógica porque, en realidad, los primeros neumáticos eran de un color gris muy claro, casi blanco. Michelin no comenzó a fabricar cubiertas de color negro hasta 1917 cuando incorporó el carbón a la mezcla de caucho.
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