Maverick Viñales ganó el Gran Premio de Australia de 2018 con una demostración de pilotaje y sobreponiéndose a los contratiempos con su moto a final de carrera: “Tenía problemas con la goma trasera, el delantero iba bien, no quería forzar para no irme al suelo. La goma estaba bajando muy rápido“. Y aprovechó para reivindicarse: “Espero que Yamaha vea que pueden ganar conmigo“.
Todo un mensaje agresivo tras la sequía de 25 triunfos seguidos de la marca de los diapasones. Luego declararía, Valentino Rossi, que “esta victoria no cambia mucho las cosas” y puede que tenga razón; pero ya le hubiera gustado a él estar en la piel de Maverick Viñales, este domingo en Phillip Island. Porque, aunque mucha gente no se haya dado cuenta, esta victoria vale por tres. Vamos por partes.
En primer lugar, ha ganado su motivación: sentirse lo que uno es nunca está de más, de vez en cuando. Hoy este domingo Maverick Viñales se ha vuelto a sentir “pata negra” y eso es algo que necesitaba para afrontar nada menos que dos años más de contrato con una marca con la que subió al cielo demasiado rápido para caer como Ícaro; abrasado por el calor del sol. Vuelve a sentirse ganador y Sepang es el fin de semana que viene: “Creo que en Malasia, con la motivación que tenemos supliremos cualquier carencia. Este fin de semana hemos podido ser constantes, agresivos, hemos hecho un gran trabajo. En la salida no he podido abrir gas y me he quedado detrás. He sido muy agresivo, en otras carreras no podía adelantar y esta vez he pasado de décimo a quinto en cinco vueltas con el agarre trasero. Me sentía muy bien con la moto”.
En segundo lugar, sus galones en Yamaha. Ése “espero que Yamaha vea que pueden ganar conmigo” fue pronunciado poco antes de hacerse esta foto con Lin Jarvis. El año pasado no le hicieron caso eligiendo el motor: ahora quiere que le escuchen. Y Yamaha se enfrenta a la encrucijada de mantener el equilibrio en su garaje con una “vaca sagrada” como Valentino Rossi pero poniendo toda la carne en el asador para volver a la senda de las victorias. Rossi ha aparecido más que Viñales en las últimas carreras donde se acumulaba el negro récord de la sequía de victorias; pero ha sido el de Rosas, y no el de Tavullia, el que ha tocado pelo, por fin.
Y hay una tercera “victoria moral” de Maverick Viñales que he dejado para el final porque es mucho más importante de lo que la gente cree. Y no es otra cosa que haber batido (a saco, por cierto) a uno de los rivales que más le come la moral al de Yamaha: el que lleva su antigua Suzuki. En efecto, Álex Rins es un “viejo grano en el culo” de Mack desde el pasado infantil en el que siempre se batían el cobre; y quedar por detrás de él, como pasaba hasta la semana pasada, era un trauma añadido a su situación personal. Por su parte, Rins ha hecho acuse de recibo del recado: “Mi carrera se acabó cuando Viñales me dio por detrás. Hay que aprender y tratar de ser más agresivo. En el momento me enfadé mucho, fue muy inesperado.” Esta “propina” dentro del paquete de felicidad que tiene Mack tras su victoria de enlaza con lo primero de todo lo expuesto, la motivación; y es mucho más importante dentro de la cabeza de un piloto que, en su circuito favorito, volvió a ganar, una carrera de MotoGP.
Average Rating