Mucho se ha escrito y elucubrado sobre el mal arranque de temporada de Jorge Lorenzo en su nuevo equipo. El HRC ha sido siempre la élite de MotoGP; pero no sólo en tecnología: también en presión. “Honda es Honda”: un mantra repetido a lo largo de las últimas décadas; y que encierra tantas verdades como secretos. Porque la fábrica del ala dorada tiene una filosofía ganadora muy particular, que ahora está conociendo de primera mano, el piloto mallorquín.
El acoso a Lorenzo ha disminuido porque han visto que es imposible, su derribo. Pero las teorías sobre los problemas de Jorge siguen en pie. En el punto de mira de la responsabilidad del propio piloto está su método de trabajo, centrado en el gimnasio: “si un tenista entrena jugando al tenis y un futbolista tocando un balón, lo más lógico es que un piloto lo haga con una moto”. Me lo dijo alguien muy sabio del mundo del motociclismo y yo compré la idea desde el minuto uno, hasta que en el dos otro gran experto de MotoGP me dijo que todo lo que no eran test con la moto de carreras era puro placebo que no tenía por qué ser determinante en el rendimiento de un piloto.
Después, llegó la clave: ver a Jorge Lorenzo a pie de pista. Sobre una moto diseñada por y para el tamaño y el pilotaje salvaje de Marc Márquez, la RCV es una montura pequeña y elevada en la que Jorge, sencillamente, no cabe. Y puede ir rápido una vuelta, pero no se siente a gusto en carrera. Él lo dijo en Le Mans: “nunca será una moto natural para mí”. Y es verdad. Quince días antes, en Jerez, Oriol Pugdemont de Motorsport le preguntaba si Honda sería capaz de iniciar una línea de trabajo específica para él. Una moto a su medida, traduzco yo. Técnicamente, lo son. Lo dijo Nakamoto en 2015: “si hay que hacer 19 chasis para 19 carreras los haremos: somos Honda”.
Pero la pregunta no es si pueden hacerlo, sino si quieren hacerlo. O mejor aún: ¿Van a hacerlo? Y la respuesta, al llegar a Mugello, ha quedado clara: no. Porque si nos fijamos en las declaraciones del propio Lorenzo, la cosa está, meridiana: “La Honda es lo que es y va a ser lo que es, porque no tiene sentido que se cambie cuando hay un piloto que está ganando. Me gustaría sentirme mejor con la Honda. Es la meta. Este proceso no será fácil. Tengo que cambiar mi estilo de pilotaje, básicamente en la frenada.”
La primera frase sale de los labios de Jorge, pero nace en la fábrica del ala dorada y el piloto la pronuncia porque asume el destino que le toca. La moto va a seguir siendo la que es: hay un piloto venciendo con ella. Eso significa, de paso, que sólo hay un piloto ganando con esa moto; y que Honda depende al cien por cien de su rendimiento. Pero no van a hacer otra a la medida de Lorenzo, entre otras cosas, porque a estas alturas del año ya no interesa perturbar la paz del líder del box que pelea claramente por el título. Por eso el principal problema al que se enfrenta Jorge no es su método de entrenamiento y ni mucho menos su actitud; sino HRC: la fábrica que le ha mandado el más demoledor de los mensajes que puede recibir un piloto oficial: “con estos bueyes tienes que arar”. Por cierto: Jorge lo hará.
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