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Los artesanos japoneses de la compañía Byte han preparado un Yamaha TMAX hasta convertirlo en una joya de plata.

Pensamos que la mayoría de los aficionados estarán de acuerdo en que el todopoderoso Yamaha TMAX es el rey de los scooter (y tiene un precio acorde a ello). Lo que nos ha llevado a pensar que el ser humano es insaciable por naturaleza. ¡Qué maravilloso sería poder seguir los consejos de Ayn Rand!: “No pedir nada. No esperar nada. No depender de nada”. Los artesanos japoneses de Bite no deben ser muy de la cuerda de Alisa Zinóvievna Rosenbaum, que pasó a la historia como Ayn Rand, y fundó una filosofía conocida como “objetivismo”. Más bien todo lo contrario, pues han querido ofrecer todo o casi todo.

Como sabes los scooter, en especial los “gordos”, se venden sobre todo en el sur de Europa. El Yamaha TMAX es un fenómeno europeo aunque en Japón cada vez más aficionados caen rendidos a los pies de esta superlativa motoneta. Incluso el inolvidable Norifumi (Norick) Abe perdió la vida a los mandos de uno…

Yamaha TMAX Byte: sueño plateado

Siempre que surge un modelo muy popular, es inevitable que la industria de los accesorios y los preparadores ofrezcan multitud de piezas, kits y demás para ir un poco más allá. Y desde luego, los responsables de Bite han llevado el TMAX hasta una cota que casi podríamos decir que es un “ochomil”. Por otro lado, han continuado con la tradición de poner un escape (en este caso un Devil) que es posible que “se deje notar” en lo que a decibelios se refiere.

Los artesanos japoneses declaran que han querido ofrecer un producto de lujo pero sin descuidar la faceta dinámica, tan importante en el TMAX. No sabemos si estarás de acuerdo pero pensamos que la decoración plata es elegante y los gráficos son bastante sutiles. No se ha caído en la tentación de ir al exceso y explotar la estética manga hasta más allá de los límites del buen gusto. El scooter tiene la mayoría de las piezas cromadas, lo que ayuda a que el resultado sea una especie de tesoro plateado.

El frontal es espectacular, enorme y envolvente, además carece de pantalla, en este aspecto se aleja del TMAX de serie. La atención al detalle ha llegado hasta los intermitentes, que son de un blanco plateado para seguir con la trama general en lo que al color se refiere. El puesto de mando tiene, por supuesto, una tonalidad de argento: manillar, espejos, depósito del líquido de frenos, puños, piñas… Solo vemos una pequeña pieza roja, la del botón de paro.

Unos cuantos propietarios de TMAX han personalizado su montura con el inevitable Akrapovic, y alguna que otra pieza más… pero aquellos que, a diferencia de lo que nos aconsejó Ayn Rand, “lo quieran y lo esperen todo”… pues pueden contactar con los artesanos japoneses de Bite.

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ale.garciamontes
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