En la historia del periodismo motociclista español hay algunos hitos inolvidables. Uno de ellos se tituló “por la vía rápida” y fue una carrera entre la Kawasaki ZZR 1100 y el recién inaugurado AVE. Hablamos del año de gracia de 1992 cuando parecía que el universo giraba en torno a España con las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla. Tras la fiesta llegó la resaca pero ¡que nos quiten lo bailao!
Traemos a colación aquella gesta porque hoy, en un mundo dominado por lo políticamente correcto, sería imposible ir a más de 250 km/h por la carretera. Los servidores públicos están desde hace décadas obsesionados con la velocidad máxima (al igual que con la edad de los vehículos) y la omnipresente Comunidad Europea amenaza con medidas cada vez más draconianas como limitadores de velocidad instalados en los coches (¿y motos?). En los Países Bajos la velocidad máxima en autopista, entre las 06:00 y las 19:00, es de 100 km/h. Recordando la famosa la frase de Henry Ford: “si le hubiese preguntado a la gente qué es lo que quería, habría dicho que caballos más rápidos”. Nos preguntamos si volveremos a los vehículos de tracción animal.
Mitos y realidades de las autopista alemanas
- Adolf Hitler no fue quien encargó construir la primera autopista. Lo hizo Konrad Adenauer cuando era alcalde de Colonia, en 1932 inauguró la Autobahn entre Colonia y Bonn.
- En las autopistas alemanas no hay límite de velocidad. En realidad en muchas está prohibido circular a más de 130 km/h y solo se puede ir a toda pastilla en ciertos tramos.
- Las autopistas alemanas son peligrosas. Lo cierto es que son las carreteras más seguras del país, en las vías rurales mueren cinco veces más personas que en las Autobahn.
La sociedad alemana está dividida sobre la ausencia de límite de velocidad en la autopistas. El ADAC – Allgemeiner Deutscher Automobil-Club e.V. (el mayor club automovilístico de Europa) hizo una encuesta entre sus 21 millones de miembros y el 52 por ciento estaba a favor de algún tipo de límite de velocidad, mientras que el 44 por ciento se mostraba en contra. En las autopistas germanas no se producen más accidentes en los tramos libres, que en aquellos donde el límite de velocidad está fijado en 120 o 130 km/h.
En el país vecino, Élisabeth Borne, primera ministra de Francia, cuando era ministra de ecología abogó por reducir todavía más el límite de la velocidad máxima en las autopistas galas. Los políticos europeos continúan presionando para que cada vez se ruede más despacio. Quizá deberíamos ver el lado positivo, puede que cueste menos dinero mantener un caballo que pasar por la gasolinera…
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