Una Moto Guzzi preparada por un artesano transalpino, ¿puede haber algo más italiano? La marca de Mandello del Lario no solo tiene un ilustre pasado sino que, si nos atenemos a su vibrante presente, pensamos que el mañana pinta muy bien. Integrada dentro del gigante Piaggio y tras alcanzar el centenario, podemos decir que estamos ante una compañía madura. La contribución de Moto Guzzi a la historia del motociclismo es enorme, desde su inolvidable V8 hasta modelos más humildes.
Massimo Rinchiuso es el alma de Fuchs Workshop, bajo este nombre mitad alemán, mitad anglosajón, se esconde una azienda (como dicen por aquellos lares) absolutamente italiana, radicada en la ciudad de Ravenna. La cuna de ex pilotos de la talla de Davide Tardozzi y Marco Melandri. En esta zona del norte de Italia el motor es casi como el fútbol, algo muy serio…
Moto Guzzi 1000 SP café racer
“El propietario de la Moto Guzzi 1000 SP de 1979 la tenía completamente desmontada para restaurarla pero luego con el tiempo dejó el proyecto abandonado. El objetivo no solo era revivir la moto sino hacerle un buen número de modificaciones, a cuál más espectacular”, explicó Massimo a nuestro compañeros de bikeexif.com.
Uno de los primeros pasos del artesano fue fabricar una nueva estructura que permitía colgar el venerable V-twin refrigerado por aire un poco más alto en el chasis. Además, se optó por un ángulo de dirección más agresivo. En el tren anterior ahora funciona con una horquilla proveniente de una Yamaha R6, que se ha acortado y adaptado para poder montar un par de pinzas Brembo. La tija de la dirección es Moto Guzzi pero hubo que adaptarla para que admitiera la horquilla de la seiscientos japonesa.
En el tren posterior, el basculante realizado en aluminio, ha sido creado de manera específica para esta preparación. Lleva anclado dos amortiguadores Öhlins que se anclan a un chasis Tonti que solo pesa 2,25 kg. Las ruedas son un auténtico trabajo de orfebrería al estar mecanizadas a partir de una pieza de aluminio. Para este cometido Massimo contó con el consejo de Fabio Alberio y el ya desaparecido Roberto Marchesini. Cupolino, depósito y colín han sido realizados en aluminio y aportan una innegable imagen café racer a la italiana.
El bicilíndrico en V está puesto al día con un cigüeñal y árbol de levas más ligero. A lo que hay que añadir un encendido Silent Hektik y un embrague de accionamiento hidráulico. La imagen de los carburadores Dell’Orto PHM de 40 mm es impresionante y nos retrotraen a la década de los 70. La moto solo pesa 155 kg en seco y Massimo la ha llamado Enzo, en honor a su abuelo, que fue quien le transmitió el veneno del motor. “Era un excelente carpintero y me enseñó la importancia de los detalles, incluso de las cosas que parecen más fáciles”, explicó Massimo Rinchiuso. Los abuelos suelen estar orgullosos de sus nietos pero en este caso pensamos que está más que justificado…
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