La ACEM (European Association of Motorcycle Manufacturers – Asociación Europea de Fabricantes de Motos) ha publicado un estudio realizado por el Connected Motorcycle Consortium – Consorcio de Motos Conectadas (CMC por sus siglas en inglés). Este trabajo versa sobre la influencia en la seguridad de las motos de las nuevas ayudas a la conducción autónoma que se están empezando a utilizar en los coches.
Esta tecnología, que podría revolucionar el transporte privado, se conoce como ADAS (Advanced Driver-Assistance Systems – Sistemas Avanzados de Asistencia a la Conducción). El objetivo último es que en el futuro (más o menos próximo) los automóviles funcionen sin la necesidad de que un ser humano se ocupe de los mandos.
La conducción autónoma: ¿peligro para las dos ruedas?
Las motos, en comparación con los coches, tienen un volumen mucho más reducido, en especial de frente, y desde siempre una de las causas de las colisiones entre vehículos de cuatro y dos ruedas ha sido la dificultad, en algunas ocasiones, de cerciorarse de la existencia de la moto. Si alguna vez has tenido un percance no es extraño que el automovilista te haya dicho el manido: “no te he visto”. El análisis MAIDS (Motorcycle Accidents In Depth Study – Estudio en Profundidad de los Accidentes en Moto), puso de manifiesto que el 37% de los accidentes de una moto con otro vehículo se deben a un fallo de percepción por parte del conductor del automóvil. Lo que significa que el responsable del vehículo de cuatro ruedas no se ha percatado de la existencia de la motocicleta.
El que las motos sean un poco “invisibles” podría propiciar un aumento de los accidentes cuando se empieza a implementar en algunos coches los niveles 3 y 4 de conducción autónoma, lo que significa que el vehículo funciona, al menos en algunos momentos, sin intervención humana. Uno de los peligros es que los automovilistas se relajen al volante al ceder su responsabilidad a la tecnología y que el resultado final sea el aumento de los accidentes entre coches y motos.
Las marcas de motos están preocupadas porque esta tecnología de conducción autónoma empleada por los automóviles no siempre detecta de forma correcta la existencia de los vehículos de dos ruedas. Las motos fluyen por el tráfico de manera muy diferente a los coches porque son capaces de rodar por el centro entre dos carriles, moverse en medio del atasco o inclinarse en las curvas. Un comportamiento diferente a los vehículos de cuatro ruedas, pues por simple física las motocicletas tienen más “libertad” de actuación.
Los coches vienen cada vez más equipados con sensores (radares, cámaras, etc.) y sistemas de ayuda a la conducción que facilitan el trabajo del conductor, hasta el punto de que durante ciertos momentos ni siquiera debe ocuparse del volante. La clave es que estos sistemas tengan en cuenta la especificidad de las motos. Habrá que estandarizar y desarrollar las multitudes de interacciones que pueden ocurrir entre los vehículos de cuatro y dos ruedas para que la tecnología de conducción autónoma sea capaz de detectar siempre la existencia de las motos y actuar en consecuencia. Pincha aquí si quieres ver la investigación realizada por el CMC.
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