La Moto Guzzi V8 se construyó en 1955 con un simple objetivo: dominar la categoría de 500 cc en el Mundial de Motociclismo. Para ello el propulsor de ocho cilindros en V daba 80 CV al cigüeñal a un régimen de 12 000 rpm, cuando sus rivales, Gilera y MV Agusta, no pasaban de los 70 CV. Además, estaba refrigerada por líquido mientras que sus rivales confiaban en el aire para mantener los motores con vida. Tanto alarde tecnológico hizo que se resintiera la fiabilidad mecánica. La todopoderosa Moto Guzzi V8 nunca ganó un Gran Premio pero pasó a la historia como uno de los hitos del motociclismo deportivo.
Aunque no lo parezca, la moto que traen a colación los compañeros de bikeexif.com es una Moto Guzzi V9 Bobber o quizá mejor sería decir que era una V9 Bobber, porque ha sido transformada para rendir homenaje a la emblemática Otto Cilindri que pilotaron hombres como Bill Lomas, Ken Kavanagh, Fergus Anderson o Stanley Woods, además de unos pocos más.
Homenaje a la Moto Guzzi V8
El diseñador neerlandés Luuc Muis, responsable de LM Creations, visitó la tienda de Motoplex Metz en Francia. Había ido a tomar prestada una Indian Chief con la idea de duplicar algunas piezas con tecnología de impresión 3D. Así que se puso a hablar con el dueño de Motoplex Metz: “No sabían que yo había diseñado la Vanguard V85 TT. Estuvimos hablando sobre la posibilidad de hacer una moto para celebrar el centenario de Moto Guzzi que estuviese basada en la V9 Bobber. Motoplex Metz es una de las mayores tiendas de Piaggio y hacen algunas preparaciones para promover la marca. Después de 10 minutos el dueño dijo: ‘Llévate también la V9, haz un diseño basado en la historia de Moto Guzzi. Si nos gusta tu proyecto podrás empezar a construirlo, de lo contrario solo tendrás que devolvernos la moto junto con la Chief’”, recuerda Luuc Muis.
Comenzó a trabajar en el depósito y el carenado de aluminio. “Todo se ha hecho a mano, si te fijas en las fotos lo puedes notar en los bordes. Queríamos que el diseño fuese algo tosco. Ha sido el carenado más difícil que he hecho nunca. No solo debido al tamaño sino a que es complicado que la parte derecha e izquierda te queden iguales”, explicó el artesano.
El color no podía ser otro que el verde, que fue el que tenía la Otto Cilindri pero se utilizó una tonalidad que se emplea en las Moto Guzzi actuales para unir el pasado y el presente. “Hay un truco muy viejo para ocultar las soldaduras del depósito rellenando con tiras del mismo aluminio pero usamos aluminio más oscuro para que quedase claro que había sido hecho a mano”, confesó el artista neerlandés. La guinda del pastel la puso el logo del centenario de Moto Guzzi en el frontal del carenado. El resultado no es una verdadera Moto Guzzi V8 pero sí un excelente homenaje a la inolvidable Otto Cilindri.
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