MTT (Marine Turbine Technologies) es una compañía de ingeniería y diseño especializada en motores con turbinas para utilización industrial. El cuartel general de MTT se encuentra en Luisiana (la tierra de Freddie Spencer) donde trabajan con propulsores de este tipo para ser utilizados en vehículos que circulan por tierra o mar.
El estereotipo nos recuerda que la sociedad estadounidense gusta de lo excesivo, si se nos permite el lugar común: del burro grande, ande o no ande. En este caso hablamos de una moto que desde luego, sí que camina, pues de acuerdo con los responsables de MTT su 420 RR (Race Ready – como las KTM) alcanza una velocidad punta de 273 millas por hora (439 km/h).
Turbina Rolls-Royce de 420 CV
La MTT 420 RR emplea una turbina Rolls-Royce Allison 250-C20, los primeros modelos (Y2K) llevaban la 250-C18, en ambos casos se trata de material que se emplea en helicópteros. La potencia máxima alcanza los 420 CV mientras que la moto pesa alrededor de 227 kg. Lo que significa que la relación peso/potencia es parecida a la que se siente al sentarse encima de un motor a reacción…
La turbina pelada cuesta 125 000 dólares (116 806 euros), mientras que la moto entera se puede adquirir a partir de los 270 000 dólares (252 301 euros). Parece que todo en la MTT 420 RR es superlativo, no solo la potencia y la velocidad máxima… Los técnicos de la compañía han trabajado para que se pueda utilizar casi cualquier combustible, diésel o queroseno, así que podrás repostar en cualquier sitio…
Hasta los 100 km/h la turbina básicamente funciona al ralentí pero al engranar la segunda velocidad (solo tiene dos marchas) se entra en el hiperespacio. Este tipo de motor no retiene al cortar gas, así que la única manera de parar al cohete de dos ruedas es haciendo uso de los frenos. Lo que no podemos decir es que la MTT 420 RR sea muy frugal porque los 32 litros del depósito se los bebe en apenas 100 km. Claro que aquel que haya podido gastarse un cuarto de millón de euros para comprar una unidad, es posible que no se preocupe por el apetito de su nueva montura. ¡Casi daríamos ese dinero (si lo tuviéramos) por ver la cara del operario de la ITV!
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