Las razones son los títulos; seis de Campeón del Mundo, contemplan a Marc Márquez. Y lo que te rondaré, morena: por ahora será una RCV. Ya puede espabilarse, Honda, en 2018.
Primera: La pretemporada.
Invierno. Al más puro estilo de “Juego de Tronos”, Marc Márquez afrontó la pretemporada en plan “Winter is Comming”. Su moto no iba como él quería; un año después de haber pasado por lo mismo. Pero, además, estaba Maverick Viñales volando con una Yamaha M1 que ya había dejado en todo lo alto Jorge Lorenzo por dos años consecutivos en Valencia; y el primero con título incluido. La prensa le llamábamos (copiando a los aficionados de Twitter) el “AntiMárquez” y Viñales aceptaba el mote sin complejos. Marc callaba, trabajaba, daba vueltas, se reunía con sus ingenieros.
Segunda: Aguantar el tirón.
Primavera. MotoGP es un clamor: Maverick Viñales no es que vaya a ganar este año; es que va a arrasar. Marc se queda fuera del podio en Qatar y se cae y no puntúa en Argentina. Maverick ganó de calle las dos primeras carreras, saliendo sexto en parrilla en Termas de Río Hondo. Mientras, un tal Valentino Rossi no se bajaba del podio. Marc se refugió en su equipo. No hablo de HRC ojo, sino de su esquina del box. Venía una cita importante: Austin. Y Marc ganó en su feudo “yankee”. Y aguantó el segundo puesto de parrilla de salida, en el podio del GP de España en Jerez. Pero se cayó en Le Mans; y acabó sexto en Mugello. Márquez necesitaba soluciones; y apoyo. Lo primero aún no llegaba. Lo segundo le salvó.
Tercera: El punto de inflexión.
El Gran Premio de Cataluña, la segunda carrera de casa de las cuatro que se celebran en España y que son un “plus” para todos los pilotos españoles y alguno que otro italiano que se ha hinchado de ganar en la piel de toro. Marc se cae cinco veces entre el libre tres del sábado y el Warm Up del domingo. Y está agobiado. Y Santi Hernández, su jefe de mecánicos, agarra la 14-15 del cerebro y le dice: “Oye, que eres Marc Márquez. Que salgas a darlo todo y que te olvides de lo que opine quien sea”. Y salió a defender el cuarto puesto de parrilla ganado en la pole del sábado con un segundo puesto en el podio, el domingo.
Cuarta: Seguir sin rendirse.
Holanda fue un trámite, viendo a un eterno enemigo ganar (Rossi) pero al nuevo naufragar definitivamente (Viñales)… Y llegamos a Alemania y Marc volvió a girar a izquierdas mejor que nadie para irse líder de vacaciones. Y un mes después se manifestó como el más fuerte de todos, en Brno. Ya estaba Dovi en la pelea, y en Austria le ganó el primer mano a mano épico del año. Lejos de agobiarse, sin entrar al trapo de polémicas sobre su pilotaje; Marc sonrió ante una derrota en toda regla. Hubo un episodio peor, en Inglaterra: con todo a favor, pole incluida, su motor dijo basta y el podio de Silverstone fue ocupado por los gallos de Yamaha y un Dovi que ya era candidato al título por derecho propio. Y ante la debacle de HRC a Marc solamente se le ocurrió decir que seguiría como siempre, que no cambiaría nada en el futuro.
Quinta: Ganar ganando y jugársela.
Misano fue una fiesta. De besos a una grada hostil y de rivales viéndole ganar en “su casa” desde casa; y con la pierna rota. Y Aragón fue una orgía; ganando jugándose el todo por el todo sin complejos y exhibiendo unas “salvadas” que hoy parecen lejanas e inocentes. La gira de octubre (que no asiática, Australia, donde ganó en un corral de pelea, es Oceanía) fue un ejemplo de equilibrio, mayor incluso que el de Dovi con dos victorias y un cero virtual. Y llegó Valencia (parece que fue ayer) y entonces ése “escritor de guiones” que tiene Marc le dibujó la carrera (y la salvada-salvaje) de su vida. Su gente podía haberle presionado para hacer décimo; pero a nadie se le ourrió pedirle esto a estas alturas del cuento.
Sexta: la humildad coronada.
“Hoy alguien, arriba, ha dicho que tenía que quedar encima de la moto y ha valido un título”. Palabra de hexacampeón del mundo. Reconoce que no se ha ocupado del teatro de la celebración y que claro, que el dado estaba trucado. La manera de ganar (en el podio por derecho y de milagro) el título en la última carrera del año le ha dado #93 motivos a los aficionados de MotoGP para reconocer a Márquez como el súper-clase que es; además de ser súper-fan de un Andrea Dovizioso que ha estado inmenso hasta fuera de la pista; sin meterse con Lorenzo. Este 2017 pasará a la historia como el triunfo de un piloto que tenía el mejor equipo de todos los tiempos: el de Marc Márquez.
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