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Rossi ha contado que, cuando se rompió la pierna en 2010, tardó cinco días en ir solo al baño; y que ahora lo consiguió hacer al día siguiente. No ha vuelto por el título: lo ha hecho por él mismo.

El viernes, en la sección de deportes del Canal 24H del Ente Público (la “tradu del día” copiando a Irene Aneas, la voz de los guiris en Movistar+, ya estás corriendo a seguirla en Twitter: Ente Público=Bestialidad que Pagamos Todos) comparecieron tres periodistas futboleros, que no deportivos, que se vieron obligados a opinar de un tema que al presentador de la sección le había parecido heroico: la comparecencia, en el GP de Aragón, de Valentino Rossi; operado de fractura de tibia y peroné apenas veinte días antes.

No habían visto los entrenamientos libres; no sabían ni qué decir: MotoGP no existe en su universo. Uno dijo que le parecía que había llovido, y todos calificaron lo de Rossi como una “operación de marketing” y “una imprudencia de la autoridad médica que le había permitido correr”. Y se despidieron vaticinando que ni siquiera iba a puntuar; y que les gustaban más las bicis que las motos. Os lo juro por la salud de mis hijos, parroquia: peor que una charla política del canal privado que más rabia os de.

Afortunadamente, el Canal 24H tiene, además de una nueva dirección eficiente, unos redactores solventes que, este mismo sábado, están recogiendo con criterio lo que un tipo con 38 años, 500 millones de euros de fortuna personal; y un carisma que será muy difícil superar en el mundo (ya lo dijo un tal Brad Pit: “Me gusta ser yo; pero me encantaría ser Rossi”) ha perpetrado en el GP de Aragón. Lo he escrito mil veces, y lo vuelvo a repetir aquí: quien no disfrute con él en pista tiene un problema; pero eso es su problema. Valentino es el milagro.

Volvamos al viernes, porque todavía hay más. Un licenciado en Ciencias de la Información (yo soy de letras) le trasladó a Rossi las dudas de esos “influencers” con diez seguidores que, por lo visto, hicieron cierto ruido con la posibilidad de que la lesión de la pierna fuera un “fake” del #46. Ignoro si imaginaron que Valentino Rossi no quería correr en Misano porque tenía una barbacoa dominical en Tavullia que no quería perderse. Me da igual; no tengo cerebro suficiente para meterme en el de quien no lo usa. Me quedo con la reacción de “la mejor cabeza” de MotoGP.

Fue entonces cuando Valentino se convirtió en Jesucristo, por fin. Como en la escena del Nuevo Testamento (hablo de la Biblia, no de Juego de Tronos) en la que Santo Tomás tuvo que tocar las llagas del Crucificado para creer en su martirio, Valentino Rossi se arremangó la venda de la pierna y puso a merced de las cámaras de los móviles las cicatrices de su operación de tibia y peroné.

Después de todas estas historias del viernes, llegó el sábado, que también ya es historia. Y este próximo domingo en Alcañiz, más. Tal vez, los que se quedaban en el marketing y en temas médicos sigan pensando lo mismo: que todo esto es para vender. Pero, de todo lo que se ha dicho, desde el jueves, sobre el regreso de Valentino Rossi a la acción me quedo con un concepto que me inspiró Juan Martínez en Movistar+. Y es que “esta persona” (me encanta cómo se refiere a él Alberto Puig) no ha regresado por el título de este año, sino para volver a ser piloto cuanto antes. Está en un momento de su vida que no puede permitirse ver demasiadas carreras por la tele. Y hablando en pista nos demuestra a todos que tiene razón.

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