Si hace un par de semanas (lo que viene a ser dos siglos en MotoGP) hablábamos de la “metafísica victoria” de Marc Márquez en Misano, ahora tengo que simplificar bastante y quedarme con un filósofo mucho más cercano que Aristóteles: me refiero a Ángel Nieto. Este domingo, el de Cervera ha vuelto a homenajearle ganando un Gran Premio ante la afición española al puro estilo del 12+1. Haciendo, como tantas veces él decía, un carrerón.
Lo cuenta uno de los padrinos de la vida del “Maestro Nieto”, Tomás Díaz Valdés. Control casi total de la carrera, ataque cuando el momento es oportuno… Es verdad que podrá rebatirse que la pasada de frenada de Marc en la curva 12, donde se fue largo para no llevarse puesto a Jorge Lorenzo (parecía que iba buscando algún cable perdido en 2013) no parece reflejar control alguno de la situación; pero yo estoy de acuerdo con mi entrañable “Bigotón” (así le llamamos desde hace decenios a Tomás) en su análisis: Marc Márquez es el mejor aprendiendo de sus propios errores. Y me encanta cómo le define un sabio como él, que ha visto todas las carreras del mundo desde los tiempos de Ben Hur y Mesala: pícaro, ratón y ganador.
Sobre la polémica entre Dani Pedrosa y Valentino Rossi tengo poco que decir. Lo primero en lo que me quiero centrar es en el triunfo que ambos han conseguido en Aragón. Naufragaron en Misano, cada uno a su manera. Y han resucitado en Motorland. Por eso me importan más otras declaraciones que las que han salido en todos sitios. Valentino se va a su casa a recuperarse de un esfuerzo que ha valido la pena y que le ha demostrado, a él mismo, las ganas que sigue teniendo de correr. Y a Dani no le ha costado ni medio segundo dejar claro que iba enchufado para ganar y que lo seguirá intentando sin importarle que su rival por la victoria sea un tal Marc Márquez.
La sanción final a Joan Mir sí que merece unas líneas al respecto. Porque salir atrás en la parrilla del próximo GP de Japón (seis posiciones más de lo que clasifique) será irrelevante; y tal vez incluso motivador, para que este pura sangre de Mallorca ejecute la “bola de partido” que ya tendrá en Motegi. En este GP de Aragón Mir dio un recital de cómo se gana una carrera de motos: en términos anglosajones se llama “pure racing”. Ése mismo carácter pícaro, ratón y ganador del que hablábamos refiriéndonos a Márquez.
La sanción de Dirección de Carrera se parece mucho a la presión que tuvo que sufrir Marc Márquez en sus inicios. Forma parte del trauma por no haber sancionado a Marco Simoncelli en el pasado. Estos árbitros de los grandes premios viven, desde su muerte, con la losa de que quizá fueron demasiado laxos con su forma de pilotar, que hubiera sido apropiado frenarle ya en su época de dos y medio. Mir va a heredar este trauma y a partir de ahora le mirarán con lupa y él se sentirá injustamente perseguido. No deberá preocuparse demasiado. La sanción revela que, en realidad, Dirección de Carrera no tiene argumentos para calificar la maniobra de ilegal, porque en ese caso, con el árbitro designado en el muro del pit lane, Mir hubiera sido despojado de su victoria ante sus rivales italianos. Bastante habían hecho ya mutilando siete vueltas a esta carrera y ninguna a la de Moto2. A pesar de la niebla, un año más Aragón rimó con carrerón.
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