Valentino Rossi ha concluido la primera jornada de entrenamientos libres fuera de los tiempos de la Q2. Su arranque del GP de Australia está siedo gris; y sus declaraciones no esconden cierta frustración: “Tengo que mejorar en las curvas rápidas, no tengo aún la confianza necesaria con el tren delantero. En el test de pretemporada lo pasé mal, fue uno de los peores de mi vida, en este circuito. La electrónica es donde estamos por detrás de nuestros rivales, sin duda”.
El cero de Motegi le hizo daño físico a Valentino (aún sigue dolorido del hombro) pero su bajón anímico reside en el hecho de haber perdido, por lejanas que fueran, las opciones de lucha por el título. Este año, su mundial se ha terminado en el mismo GP que el pasado; y de la misma manera. Esto es lo que más duele a un campeón como Rossi; que debe sentirse competitivo, en la pelea, para seguir en activo.
Pero ojo, parroquia: Valentino está tocado, pero no hundido. Este Gran Premio de Australia no ha hecho más que empezar y el sábado será muy diferente al viernes; y veremos cómo se desarrolla, la carrera del domingo. Las gomas blandas pueden ser un comodín para el de Yamaha; y la amenaza de lluvia y el frío de este “acantilado antártico” disfrazado de circuito serán de nuevo una moneda al aire para los aspirantes al título, que son los que saldrán a la carrera con auténtica presión.
Rossi no lo reconoce, pero trabaja para 2018. Aunque Yamaha no traiga piezas nuevas: eso no es importante. Valentino prueba lo que tiene y corre sin presión, informando a los ingenieros de Iwata dónde están los problemas, para que se centren en solucionarlos. Un año más, las marcas rivales han progresado a lo largo de la temporada y ellos se han estancado. Este es el escenario que Valentino Rossi no quiere que se reproduzca jamás, mientras él siga corriendo en moto.
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