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Viñales no tiene el camino “encontrado”. Y ni siquiera sabe qué línea seguirá Yamaha para 2018; y a Michelin ni pregunta. Su rabia es evidente, pero Lin Jarvis ha conseguido, una vez más, controlar la situación. Veremos hasta cuándo.

Llevamos 24 horas analizando a quién apuntaba, Maverick Viñales, en su dardo envenenado de este pasado jueves; cuando está todo muy clarito, meridiano, más bien: “En un momento de la temporada el grupo técnico no acabó de funcionar del todo bien. Pero todo mi lado del box ha hecho un buen trabajo y se puede ver en el resultado: hasta a dos carreras del final estábamos luchando por el campeonato. Rossi siempre ha sido un rival muy duro con sus compañeros de equipo. Casi siempre ha estado por delante de ellos”.

Valentino Rossi y Yamaha MotoGP (Italia, ojo; no Japón) eran el objetivo de sus críticas; fruto de la frustración lógica del que era el campeón oficioso de una pretemporada que ahora termina con otros candidatos el título. Dicho sea de paso, el que seguramente lo certifique este domingo, Marc Márquez, fue el que más problemas tenía en febrero y el que peor arrancó en marzo; mientras Andrea Dovizioso subía al podio flanqueado de los pilotos oficiales de Iwata.

El “toque” de Lin Jarvis este mismo viernes ha tenido su efecto directo ante las cámaras de Movistar+: “No me refería a nadie en particular, sino a todos, a mí mismo incluido, no estuvimos certeros a la hora de solucionar el problema que apareció cuando habíamos arrancado liderando la temporada”.

Pero también, a la prensa escrita, lanzaba mensajes contradictorios: “En Australia encontramos el camino, ahora hay que trabajar”. Esta frase no casa con: “Los neumáticos aquí son más duros y eso supone que haya menos agarre, tenemos que mejorar porque la pista está muy resbaladiza. También tenemos que mejorar en la entrada de las curvas”.

Viñales no tiene el camino “encontrado”. Y ni siquiera sabe qué línea seguirá Yamaha para 2018; y a Michelin ni pregunta. La frustración de este año será difícil de superar, porque no tiene un horizonte claro hacia ninguna solución. Sus gestos, este viernes, entrando en el box y abriendo los brazos diciendo a Forcada que no sabe qué hacer para ir rápido lo explica casi todo. El resto lo explica salir con goma media y acercarse a Dovi y Marc, medio segundo en seco y un segundo en mojado, más lento que ellos. El podio de Australia fue un espejismo ganado bajo la bandera de cuadros a una Yamaha satélite. Malasia y Valencia ya son test de pretemporada para Maverick. Pero, curiosamente, ahora no es capaz de meterle un segundo en canal a casi nadie de sus rivales directos por la gloria de MotoGP.

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ale.garciamontes
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