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Es el chico de moda, este fin de semana en Jerez. En el paddock, en la sala de prensa y en los movimientos de un par (de tres) equipos de fábrica, de MotoGP.

Siempre digo que un Gran Premio viene durando, en  “años relativos” de MotoGP, una centuria entera, más o menos. Que el jueves de previa pesa como una década y el viernes y el sábado consumen unos veinte años cada uno; mientras que los otros cincuenta se reparten a lo largo del domingo, desde el Warm Up hasta la rueda de prensa de pilotos, después de la propia carrera. Y me repito ahora con esta “paja mental” de “plumilla pureta” porque he vuelto a venir, como cada edición, desde hace milenios, al Gran Premio de España; y una vez más, certificado el viernes, vuelvo a sentirme un cuarto de siglo, más viejo.

Cuando cuento todo esto, me refiero a un montón de cosas aparte de lo meramente deportivo de MotoGP. Y, como ha dicho Davide Brivio en MovistarPlus, este es un mundo muy pequeño donde todo el mundo se mueve en todas direcciones. La llegada a Jerez con la noticia, la mañana del jueves (hace treinta años) de la contratación de Zarco por KTM, revolucionó el paddock. La supuesta amenaza francesa del sillón de Dani Pedrosa en HRC se irá de “cabeza de ratón” a desarrollar un proyecto apasionante. La cosa se hubiera quedado en anécdota, pero el piloto dijo  que no quiso ser compañero de equipo de Marc Márquez; mientras que el jefe del Repsol Honda Team confirmaba que había habido unos breves contactos previos con su manager.

Alberto Puig dijo, con un mural de Dani Pedrosa detrás de él, que Honda siempre debe escuchar a los pilotos punteros que quieran hablar con ellos; y que Zarco es uno de ellos. Que habían quedado para hacerlo en Jerez; y se había enterado al llegar que el francés había elegido KTM… Y que él sabrá. Puig, un “viejo rockero” que se viste por los pies y que está acostumbrado a negociar contratos de pilotos en verano, recibió una “bofetada de realidad” sobre la nueva dinámica del mercado de pilotos de MotoGP: sencillamente, todo el mundo tiene prisa. Alberto quería ver cómo se desarrollaba la temporada de Dani Pedrosa a la vez que iba mirando la progresión de otros pilotos; pero ahora se ha dado cuenta de que no tiene ese tiempo para decidir como a él le gustaría.

Y aquí es donde entra en juego la figura de Joan Mir. Deseado desde 2017, ha calentado la olla del mercado con su carrera imponente de Austin. Y, en lo que se refiere a la prisa, lleva reconociendo que la tiene, desde la pretemporada. Que no quiere probar los motores Triumph, vamos. Tiene una claúsula que le permite liberarse del segundo año de contrato con el MarcVds (que no será satélite de Honda) en 2019; mientras sea un equipo de fábrica quien le llame. Y hay dos, Ducati y Suzuki, que están hablando con todo el mundo; y que se han fijado hace mucho tiempo, en él.

Ellos se atreven a ficharle; y el piloto no se arredra ante la idea de pelear el “número uno” del box a Rins o aprender a golpe de gas con cabeza, al lado de Dovi. Y Alberto Puig se enfrenta a un nuevo escenario mercantil que tendrá que resolver con la bendición de Yoshishige Nomura, presidente de HRC, satisfecho con el trabajo de la pronta renovación de su prioridad absoluta: Marc Márquez. Suena a locura, puede tomarse como un salto al vacío, pero lo cierto es que queda mucho Gran Premio (mucho siglo) por delante. Y hay dos pilotos (Joan y Dani) y dos carreras (Moto2 y MotoGP) donde se van a poner los cimientos de unas decisiones que deberán tomarse, en primavera. Porque a Brno, como antaño, no llegamos. Y si Hamamatsu o Borgo Panigale se atraven a apostar por el chico de moda de este momento; hay alguien más que tiene todas las “pelotas” de Italia y Japón , juntas, para tomar decisiones arriesgadas. Es un icono del motociclismo español. Y se llama Alberto Puig.

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ale.garciamontes
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