No se alarmen, parroquia: ha sido el propio Marc Márquez el que ha dicho, al micrófono de Izaskun Ruiz de MovistarPlus, que hoy ha hecho “la puta y la Ramoneta” en el tiempo de la pole. La que nunca había conseguido aún, por cierto, en Assen. Ahora, sólo le queda conseguirla en Motegi (y en Tailandia, claro) aunque el piloto ha querido apuntar que este año está más centrado en los puntos del domingo que en los resultados del sábado. Sabe lo que le espera, mañana: una carrera de Moto3 con motos gordas. Con un tal Valentino Rossi saliendo casi a su lado. Con las Ducati y alguna Suzuki asomando la cabeza. Y está preparándose para todo eso.
Hoy, es cierto, tal vez ha sido sincero por encima de lo que debía, Marc Márquez. Porque, con el refrán catalán, universal por otra parte gracias al idioma castellano que hablan quinientos millones de personas en todo el planeta, ha enseñado en parte el “secreto” que todos los ganadores (de lo que sea) guardan dentro de su cabeza: ganar a cualquier precio. Lo hizo en el FP1 del viernes “escoltando” a Viñales y Rossi. Y en la Q2 de este sábado lo ha bordado rodando a la estela de Lorenzo, primero; pero sobre todo sacando petróleo de la rueda de Zarco, con la bandera de cuadros ondeando en la recta de meta. El jueves de previa, le preguntaron qué personaje de película le hubiera gustado ser y dijo “el niño de solo en casa“. El montaje que nos regaló Dorna sirve perfectamente para ilustrar no solamente este artículo, sino también las declaraciones de Márquez de este sábado.
Marc Márquez ha “sido muy puta” (insisto en transcribir sus propias palabras, en pleno subidón del corralito y pidiendo disculpas enseguida) cuando ha tocado; pero a la vez ha sido un currante haciendo su ritmo en el FP4. Sacando su faena de forma honesta, como aquellos deshollinadores franceses de la Barcelona del siglo XIX (los ramonneurs) que fueron, probablemente, los presuntos antepasados de la famosa Ramoneta. En definitiva: la mezcla es lo que conforma el ADN del ganador. Un trabajador nato que tiene su objetivo muy bien enfocado; y que no va a renunciar a él por nada del mundo.
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