Por ejemplo que el Sr. Navarro hubiera aprendido algo nuevo durante su tiempo al frente de una fundación privada de esas que no se sabe muy bien para qué sirven más allá de para colocar a viejas glorias y hubiera propuesto algo imaginativo o atrevido, por ejemplo.
Pero no… la cabra tira al monte y Pere Navarro al radarismo.
Ya digo… debe ser casualidad.
Y eso que admito que casi me enternecí cuando le vi jurar el cargo por segunda vez, hace unas semanas. ¡Incluso me pareció que hubo un momento en que se emocionó y todo! Muy levemente… lo suficiente para que me diera que pensar o que era una mera impostura o que se había ablandado.
Al fin y al cabo estaba algo más avejentado, más encanecido y había cogido algo de peso.
Como yo, de hecho, así que me sentí durante un instante como ese viejo púgil que se reencuentra con su eterno rival y no sabe si volver a pelearse con él o darle un abrazo…
No espero nada, absolutamente nada positivo para el sector de uno de los directores generales de tráfico más nefastos para la moto y alguien que -fuera de cámara- no tiene inconveniente en reconocer una cruzada personal contra las dos ruedas.
Navarro acabó con el ciclomotor como vehículo juvenil por antonomasia y al hacerlo hundió nuestra industria. No tuvo el menor reparo en permitir la culpabilización en los medios a los motoristas -¿recuerdan los lectores esos informativos abriendo con la noticia de motoristas muertos en accidentes… de los cuales, por cierto, nunca se decía de quién era la culpa?- y provocar el caos en los precios de las pólizas.
Además tuvo el cinismo de adaptar las estadísticas a su gusto para atribuirse una reducción de la siniestralidad que, en realidad, no tuvo nada que ver con su gestión caprichosa. Antes de la llegada de este personaje se consideraba estadísticamente víctima de un accidente de tráfico a toda aquella que fallecía a las 48 horas de un siniestro. Pero así los números no salía de modo que lo que hizo Pere Navarro en 2010 fue ordenar que se contabilizaran como víctimas únicamente a las que fallecían a las 24 horas del accidente y no incluir en las estadísticas a quienes lo hacían en siniestros producidos en travesías. Y después se dedicó a pasearse por los medios presumiendo de su gestión. Aún vive de esas rentas, en realidad.
Ese es el personaje.
Y como no parece -a tenor de sus primeras declaraciones- que la actitud de Pere Navarro frente a la realidad de la moto vaya a cambiar, ANESDOR y todo el sector en general harían bien en no repetir errores del pasado, dejarse sorprender por la aparente bonhomía del tipo en cuestión e ir sacando brillo a los pertrechos de batalla… por si acaso hay que sacarlos de nuevo a pasear.
Estamos todavía a tiempo de preparar la respuesta adecuada a la segura ofensiva antimoto que se avecina.
Será a la vuelta del verano, cuando este ímprobo funcionario necesite hacer méritos y justificar su sorprendente retorno. Con las vacaciones de verano en ciernes y con un ejecutivo todavía en pañales no iba a cometer este profesional de la política desde 1977 el error de principiante de adoptar medidas impopulares.
Mucho me temo que más pronto que tarde habrá que movilizarse porque… ¡Navarro is back!
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