Permítanme que insista: esta “cuchipandi” Dovi-Marc es muy útil para poner en un segundo plano a otros rivales de fuste. La lucha, limpia, noble, de poder a poder, protagonizada por ambos en el Gran Premio de Tailandia no es inédita, ni mucho menos. Lo único que ha cambiado esta vez es el orden de entrada en meta; y curiosamente es ahora que ha ganado, cuando Marc Márquez reconoce algo que negaba hasta antes de ayer, diciendo que firmaba ser segundo. La victoria ayuda a ser sincero y admite que esas derrotas anteriores le escocían: “Había perdido todos los duelos con Ducati y lógicamente te afecta. Pero esta victoria te da moral”.
En sus declaraciones exactas dice Ducati; y no Lorenzo y Dovi. Porque Márquez, que nunca da puntada sin hilo, aprovecha la coyuntura previa a la carrera y su desenlace para darle a Andrea Dovizioso un protagonismo que (además de merecerlo) le va muy bien en la lucha psicológica contra otros pilotos de, tal vez, mayor fuste. Y no se trata solamente de Jorge. Este domingo, en el podio de Buriram el ninguneo a Maverick Viñales ha sido clamoroso. Como si fuera un piloto de segunda que no frecuenta el cajón (y aprovechando que, efectivamente, no lo hace) los pocos guiños de Marc en el podio a alguien que no fuera de su propio equipo han sido para Dovi, su “dulce enemigo” desde 2017.
Las Yamaha han sido testigos de excepción en la pista del nivel de pilotaje de Marc y Dovi; a la vez que el “capo japo” de Iwata lo ha sido, desde el box de los diapasones. También Valentino Rossi, que ha cuajado una carrera monumental, ha tenido su recado, como si el tramo que ha liderado la carrera, el italiano, hubiera sido un regalo del español: “He visto que no podía y he cortado en la recta. Luego Rossi ha hecho lo mismo, ha cortado gas. Me ha copiado la táctica”. Tampoco es un tiro al aire. Igual que sabe, el de Cervera, que los jefes de Honda le quieren ver cuajar el título en Japón, sabía que los de Yamaha estaban en Tailandia. Y que han visto algo inevitable en un deporte de pilotos: dos muy buenos (Márquez, bestial) han ganado a los dos que tienen.
Andrea Dovizioso está encantado con esta condición de ser el “dulce enemigo” del rey de MotoGP. Para empezar: no discute su trono. Sin embargo, sí que se ha atragantado con la progresión de Jorge Lorenzo este año; de la misma forma que aprendió a dar gas como nunca antes lo había hecho, el pasado, cuando se enteró de la pasta que cobraba. Por eso le encanta que Marc hable de él en solitario, olvidándose que fue Lorenzo su única potencial amenaza de esta temporada hasta que se lesionó en Aragón. Sobre el palo de Jorge en Tailandia, Dovi no dejó escapar su recado particular, cuando dentro de Ducati ya se sabía que fue un fallo de la moto: “No se sabe lo que ha pasado. Podría tratarse de un error del piloto, pero también podría ser un problema. Ha sido una caída importante y un poco rara. Ha sido bastante anormal.”
Con esta forma de “pilotar fuera de pista” también se ganan, carreras, galones en tu equipo y, si te llamas Marc Márquez (como antes hacía Valentino Rossi) hasta campeonatos. Hay que ser el mejor en la pista, ojo, pero esta guerra psicológica también “compite”, es legítima y muy conocida: no la han inventado ayer. Señalándose ambos como “dulces enemigos” sacan de la ecuación de la élite de MotoGP a otros que, sin lesiones o con mejor moto, estarían sin duda, cuando menos, peleando con ellos al mismo nivel. Y posiblemente, ganándolos. Como ya ha pasado.
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