El reto se complica, pero sigue en pie

Han estado uno pendiente del otro todo el fin de semana. El viernes, con la pista crítica en el FP2 y las motos en su sitio, ambos se quedaron en el box sin salir a pista. Se vigilaban a través de la señal internacional de MotoGP. Este sábado, desde el FP3, Andrea Dovizioso ha querido marcar territorio a golpe de crono. Por su parte, Marc Márquez ha exhibido un ritmo demoledor en el FP4 con goma usada; pero también ha pagado su osadía destrozando la moto que tenía a punto para el tiempo de la pole.

Se ha defendido bien en la qualy, dice Marc Márquez. Pues menos mal, porque sale sexto: la misma (peor) posición de 2018 que tuvo en Termas y Mugello, los únicos ceros que tiene este año. Andrea Dovizioso, pole en mano, ha dicho que espera que Marc vaya tercero después de la primera curva. Además del plan de Dovi de salir bien y tirar desde el principio (recuerden: si gana el italiano no habrá alirón del español) Marc tiene delante de su carenado a pilotos correosos como Andrea Iannone, Cal Crutchlow, Jack Miller y Johann Zarco. Casi nada al aparato. De esos cuatro tipos, sé de tres que no van a tener respeto por ninguna pegatina de HRC que intente adelantarles. Y el que lleva otra Honda, es perfectamente capaz de cagarla intentando tener respeto.

En sus anteriores “bolas de partido” Marc Márquez ha sido campeón a la segunda más veces que a la primera. Y Australia, siempre que no haga un cero en Japón, sería un paseo militar para él; sin presión. Por eso; y porque es Márquez, él no huye de la que sí tiene, en la casa de Honda, en Motegi: “Opciones hay, no estamos tan lejos. Pero sigue siendo difícil. Si quiero conquistar el título mañana sé que tengo que ganar. Y siempre está la tranquilidad de saber que quedan otras cuatro carreras”. Esto es lo que dice; pero otra cosa muy diferente es lo que piensa. Sabe que no está metido en un gran premio, sino en tres: Japón, Australia y Malasia. Son unas semanas clave y por eso no salió el viernes a jugarse una lesión gratuita. El domingo es el momento más importante, de toda la temporada, de dar gas con mucha cabeza.