Un “nuevo” Maverick

Maverick Viñales correrá con el #12 a partir de la temporada que viene. Él mismo ha recordado que con este dorsal ganó, en sus inicios, a sus grandes rivales de hoy; y Marc Márquez no ha dejado pasar la pelota que le ha dejado botando, el de Rosas, para decir que si se gana sólo con el número también se lo cambiará él.

Lo llevó desde los cinco años a los once. Lo quería en Moto2 pero el patrocinador de “los 40” le exigía ese número; y en MotoGP Luthi se entrometió al subir a la categoría reina y ocuparlo. Ahora, de cara a 2019, que el suizo baja a Moto2 y el número queda libre, Maverick Viñales lo tiene claro. Todo nuevo, dice: el entorno (Esteban y Julito) y el motor de la M1. Hace tiempo que no se esconde, Viñales, señalando a la elección del propulsor como el origen de todos los males de Yamaha esta temporada que agoniza.

Pero no está obsesionado con los errores pasados, sino centrado en acertar en el futuro inmediato. Y sabe que no es solamente cosa de Iwata: también se señala a él mismo, incluso en público. Especialmente relevante ha sido una reflexión (que ha pasado desapercibida) sobre lo que ha aprendido en su etapa con Ramón Forcada, que ahora se termina: sabe que en el futro deberá cuidar más los detalles. Cambien “detalles” por “las formas” y tendrán una traducción correcta; más exacta. Maverick Viñales está madurando y ganar en Australia le ha servido para corroborar que el camino para volver al triunfo reside en dar más gas con cabeza que titulares sin calibrar sus consecuencias. Pero, en todo caso, con gente nueva en el box y el #12 en el carenado, ya veremos qué pasa. Porque, ya que hablamos del sendas y caminos hacia el triunfo; conviene recordar que, el movimiento, se demuestra andando.