No solamente ha sido en el fin de semana de carreras, sino también este pasado lunes de test. Además (y para sacar pecho ante los rivales) Honda puso en la pista un nuevo prototipo con el que Marc Márquez hizo su mejor tiempo. Se fue una hora y media antes de que acabara la jornada y, mientras el resto seguía probando las nuevas gomas de Michelin, él quizá estaba llegando a su casa de Cervera… Valentino Rossi lo dijo con todas las letras:
“El problema es Márquez, que es muy rápido y si no se hubiera caído en Austin aún tendría más ventaja, estaríamos todos mucho más atrás y sin embargo Rins está a un punto. Es el mejor piloto con la mejor moto”.
Y yo digo que se equivoca, Valentino. Marc Márquez se sube a su Yamaha M1, o a la Suzuki; y gana. Y si se sube a la Ducati, a lo mejor ni le vemos ganar. Pero gana, igualmente. Rossi lo sabe. Y en el fondo, sería bonito verlo. Probarlo, o sea: ver si pasa. La Honda es un bicho; una gran moto que exige una actitud especial a su piloto. Y esto, en carrera, solamente lo aporta Marc a bordo de un prototipo del ala dorada. Aunque el precio sea palmar en sitios donde nadie se lo espera, ni siquiera el piloto: Austin.
El mérito de Valentino Rossi es inconmensurable. Estar en la pelea a estas alturas de su vida es un privilegio para todos los aficionados y un ejemplo de madurez bien llevada: trabajar el doble, cuidarse el triple; y seguir siendo competitivo en pista más allá de los cuarenta años. Pero no debe dejarse llevar por las demostraciones de fuerza de Honda; porque, sencillamente, son en realidad demostraciones de fuerza de Marc Márquez. Yo me quedo con lo que opina Andrea Dovizioso:
“Se hace complicado evaluar cuánto del resultado de la Honda es mérito de la moto o del piloto. Es difícil entender que pueden hacer esta temporada porque la moto es diferente a la del pasado curso. Marc dice que está muy contento porque han hecho mejoras. Seguramente a nivel de potencia están mejor, pero el nivel de tracción es diferente. Veremos en otras pistas”.
La conclusión es clara: la diferencia la pone Marc Márquez. Estamos viendo a Cal Crutchlow echar de menos la moto del año pasado, a Jorge Lorenzo pidiendo tiempo para adaptarse a su tercera moto en la clase reina; y mientras tanto el hombre a batir, el campeón vigente que ha ganado el título de MotoGP todos los años que ha corrido (menos uno) sigue siendo competitivo con cada evolución de la Honda.
Valentino se equivoca a posta, porque seguramente quiere mandar un mensaje más (de todos los que envía a diario) a los “capos japos” de Iwata. Pero, en el fondo de su corazón de piloto sabe que todo reside en el piloto; y en concreto en su cabeza (como te enseño en la foto): el estado de fortaleza mental en la que está Marc Márquez es el origen de todo lo demás; desde su portentosa capacidad de pilotaje hasta el propio rendimiento de la moto.
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