Cada vez más valencianos se desplazan en moto por su eficiencia, rapidez y sostenibilidad, además de por su bajo coste económico tanto en la compra del vehículo y como en su mantenimiento. En los últimos 5 años el volumen de motos ha crecido en la ciudad en un 4,8% y alcanza un total de 86.434 unidades. Sin embargo y ajena a esta realidad la nueva ordenanza de Movilidad de la ciudad de Valencia expulsa a los usuarios de motos del carril bus y pasa a considerarlos, a efectos de circulación, conductores de coches. Una situación perjudicial para los motoristas pero también para el resto de los usuarios de la vía pública.
Dicha medida es una pésima noticia ya que la moto, por sus dimensiones, facilita la descongestión del tráfico. Si hubiera un 10% más de motos en una ciudad, se reducirían un 40% los atascos, algo que beneficia a todos y cada uno de los usuarios de la vía, incluido el transporte público.
No obstante, esta modificación normativa es una noticia mucho peor en términos de seguridad vial. Quienes aglutinan en las ciudades un mayor número de accidentados graves son los colectivos vulnerables: especialmente peatones y los motoristas; cerca de un 75% del total.
Una efecto positivo contrastado
Si el espacio en las ciudades fuese ilimitado, el sistema ideal de circulación sería otorgar uno o varios carriles a cada tipo de vehículos. Ante este imposible es razonable pensar que la administración debería centrar sus esfuerzos en conseguir segregar el tráfico atendiendo a las limitadas posibilidades de las que dispone, para conseguir la máxima seguridad de todos sus ciudadanos.
En el caso de los motoristas hace años que la gran mayoría de las grandes ciudades europeas y españolas han encontrado en el carril bus un aliado para favorecer la movilidad, al tiempo que otorgan protección a sus ciudadanos que optan por este medio de transporte.
London for Transport, la autoridad del tráfico de la capital británica, decidió incluir a las motos en el carril bus tras considerar probado que esto representaba beneficios tanto en seguridad vial como en cuestiones medioambientales. Más cerca, en Madrid, la incorporación de las motocicletas
y ciclomotores al carril bus supuso un descenso en número de muertos y heridos graves de un 15% en los 5 años posteriores a su puesta en marcha. Y esto, a pesar de que en ese periodo el parque de motos creció un 27%.
Además, en un entorno global cada vez más concienciado de la importancia medioambiental, el desplazamiento del ciudadano en moto ofrece a la administración unos resultados eficientes en términos de CO2, de NOX y de emisión de partículas, respondiendo de forma satisfactoria tanto al reto del cambio climático como al de mejorar la calidad del aire en las ciudades.
Veto al aparcamiento pero sin soluciones suficientes
La nueva ordenanza de la ciudad de Valencia dificulta el aparcamiento a los usuarios de motos en el centro de la ciudad con el fin de facilitar el tránsito de los peatones. Establece unas distancias en función del ancho de las aceras para que los viandantes no encuentren obstáculos. Una apuesta loable, porque la prioridad del peatón no es discutible y todos los ciudadanos, conduzcan un vehículo o no, son también peatones. Como medida adicional a esta restricción se han creado nuevas plazas de aparcamiento para motos … pero en número totalmente insuficiente y sin un criterio homogéneo en su ubicación. Se olvida a este respecto que los motoristas no aparcan en la acera por gusto; es el espacio que tradicionalmente se les ha dado. Es razonable esperar que los ciudadanos que se desplazan en moto cuenten en la calzada con una proporción de espacio equilibrada al peso real que tienen en el total del parque de vehículos, que en el caso de Valencia es del 14%.
Con este objetivo, ANESDOR propone que la primera plaza para coches contigua a un paso de cebra se convierta en una plaza de motos y que se haga lo mismo en los cruces de baja visibilidad, con la plaza más próxima a la intersección. Una combinación que permitiría incrementar el número de plazas, simplificar su localización a los motoristas y aumentar la visibilidad de los cruces para todos los usuarios de la vía, incluidos los peatones.
Un criterio arbitrario
Valencia se une, de este modo, a la triste lista de ciudades “antimoto” que empezó Madrid, siguió Barcelona y ahora le toca el turno a la tercera gran ciudad… y todo ello expresamente en contra de la resolución del Parlamento Europeo de septiembre de 2015 en la que se pide a las administraciones de Europa que “promuevan el uso de la moto por ser parte de esa necesitada solución de una movilidad sostenible”.
Desde la activa Asociación Mutua Motera se preguntan si “prohibir la moto en el carril bus de Valencia y autorizar el uso de este carril bus a la bicicleta ¿va a mejorar realmente la movilidad y la seguridad? A pesar de que todos los estudios demuestran que la moto es parte de esa
solución a la movilidad urbana en algunas ciudades de nuestro país, sin embargo, el criterio técnico no importa y parece prevalecer el del concejal o el alcalde de turno y si a éste no le gustan las motos, directamente se legisla contra la moto, aunque ello implique un
grave perjuicio para la movilidad y el medio ambiente”.
Este sábado 8 de junio entra en vigor la nueva ordenanza de Movilidad de Valencia, habrá que esperar para concluir si el Ayuntamiento consigue los objetivos que se ha propuesto. No obstante, parece difícil que en lo concerniente a la seguridad y movilidad de sus ciudadanos motoristas estas
modificaciones pueden suponer algún beneficio. Más bien, al contrario… en cualquier caso, las movilizaciones en toda España a favor del uso cívico y sostenibñe de la moto ya están em marcha…
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