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El mercado de fichajes en MotoGP ya está en plena ebullición, aunque los contratos más importantes acaben a final de 2020. Y Maverick Viñales pone rumbo a su Suzuki, antigua marca.

Maverick Viñales tiene en su mano volver a ser piloto Suzuki a partir de la temporada 2021 de MotoGP. Desde el inicio del pasado Gran Premio de San Marino, los rumores que ya sonaban en verano por el paddock tomaron una fuerza inusitada. Incluso en la emisión en directo de Dazn, el siempre ponderado analista técnico Ricard Jové se hacía eco de esta posibilidad, mientras comentaba los entrenamientos libres de la mañana del viernes con Carles Pérez. Como bien apuntaba Jové, aún queda más de un año y puede pasar de todo; pero yo quiero explicar las claves que llevan a que la situación esté como esté, en un momento clave de la temporada: justo antes de la gira asiático-oceánica.

Para empezar, tenemos la dinámica misma de MotoGP. No se trata de que el mercado se reactive antes de tiempo: es que nunca se detiene. Todos hablan con todos, todo el rato. Cada cita de fin de semana, y especialmente en los largos viajes al otro lado del mundo, las conversaciones entre la “familia del paddock” fluyen como vasos comunicantes. Lo que está pasando en los últimos tiempos es que esos ríos de comunicación se desbordan antes por la impaciencia de los protagonistas (tanto pilotos como jefes de equipo) y con la inestimable ayuda de la red social más potente que en el mundo ha habido: el WhatsApp. Es como un calentamiento global (reventones incluidos) del “Planeta MotoGP” pero mucho más entretenido y desde luego menos devastador que un huracán marchoso del Caribe o una Gota Fría del Mediterráneo. Vamos al grano.

La clave principal es que en 2021 Suzuki tendrá su segundo equipo en pista. Y no se tratará de un satélite al uso; sino de una estructura “pata negra” que estará controlada al cien por cien por Hamamatsu en la figura de su hombre fuerte, Davide Brivio. Tienen, incluso, el patrocinador en la recámara y a Gresini en la pole del proyecto: quieren dar el salto hacia la victoria, veinte años después. Con esos mimbres, más los probables movimientos de Joan Mir (mismo manager que Viñales) y Álex Rins hacia HRC, Ducati o KTM, Brivio está en condiciones para asegurar una plaza de líder al pupilo del que nunca se quiso desprender. Y eso ya está hecho: la oferta (verbal) existe.

Maverick Viñales está más harto de Yamaha que lo que supuestamente estaría Jorge Lorenzo de Honda (que no me lo creo) según están contando por ahí. El español ha logrado las últimas victorias para Iwata, pero ve cómo sus jefes están más pendientes del futuro de un italiano de cuarenta años y de las expectativas de un francés de veinte. Sabe que tiene el crédito perdido ahí dentro, que le consideran como una burbuja que se desinfló hace tiempo y que tendría que ganar siete carreras seguidas (o doce, como su dorsal actual) para volver a encender una luz en la oficina desmontable de Lin Jarvis; un hospitality donde la corte del Faraón de Tavullia no para de hacer ruido. Que muchos de ellos son muy allegados míos, ojo: yo solamente estoy exponiendo cómo se siente el piloto que lleva ya tres temporadas conviviendo con ese ambiente.

Este mismo fin de semana ha sido demoledor: haces la pole el sábado pero en tu box sólo hablan de la tormenta en vaso de agua de Márquez y Rossi. Y haces podio el domingo pero todas las alabanzas se van para el segundo y para el cuarto, al que piden a voz en grito que renueve dos años más sin complejos. Todo gira en torno a la figura inalcanzable de Valentino Rossi y cualquier ilusión ajena al #46 pasa por alabar a Fabio Quartararo. Algo, insisto, que a mí me parece normal. De la misma manera que veo totalmente lógico que Maverick no pueda más y lleve ya un tiempo jugando sus cartas.

Valentino Rossi ha dicho que esperará cinco o seis carreras para tomar una decisión, en 2020. Fabio Quartararo subirá al equipo oficial en el 21 o se irá a Honda, Ducati o KTM ganando un platal: Jarvis lo sabe y por eso lo amarra lo mejor que puede; además de rescatar a Zarco de probador, por lo que pueda pasar… Y Suzuki está en su apuesta particular de crecer y ganar. Por eso el movimiento de Viñales encaja perfectamente; volviendo a una moto que no sólo conoce, sino que ya sabe (como todos, ojo: también lo saben Márquez, Rossi y Lorenzo) que está para la victoria.

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ale.garciamontes
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