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Los viejos periodistas “yankees” lo tienen claro: cuando quieras saber la verdad, sigue el rastro del dinero.

Andrea Dovizioso anunció el sábado que le daba calabazas a Ducati y el domingo ganó la locura del Gran Premio de Austria (doble; la carrera y el milagro) en el peligroso Red Bull Ring. Lo que antes se conocía como el “efecto Lorenzo” es ya el “Virus Domenicalli” de Borgo Panigale: el que anuncia que se va, recupera la sonrisa. Y vuelve a ganar.

Paolo Ciabatti y Davide Tardozzi (además del manager de Dovi) se apresuraron a negar categóricamente que el dinero tuviera que ver en la decisión del piloto; y enseguida pensé en el título de esta entrada. Porque es exactamente al revés: el sueldo es una de las cosas que más importan a todos los deportistas de élite. Sin complejos.

En este caso, además, el rastro que la pasta va dejando en esta “historia de un divorcio” que nos disponemos a contar, emana un olor a podrido que se huele desde fuera del confinado paddock de MotoGP. Y que empieza mucho antes del propio año 2020.

La animadversión entre Gigi Dall´Igna y Andrea Dovizioso viene de lejos. El “genio-padre” de la Ducati moderna no le perdona al de Forli haber criticado su trabajo en público, las pasadas temporadas. En política dicen eso de “al suelo, que vienen los nuestros” porque el peor enemigo siempre es el que tienes dentro de casa. Y aquí ha pasado lo mismo.

Llegó 2020 y la pandemia; y el cierre de la fábrica de Borgo Panigale. El CEO de DucatiClaudio Domenicalli, le pidió a todo el Reparto Corse (el departamento de carreras) con contrato en vigor que se bajaran el sueldo. Y todos lo hicieron, Gigi el primero. Todos menos Andrea.

Andrea Dovizioso, consciente de su situación contractual y sin ninguna garantía de ser recompensado en el futuro, se negó a bajar un euro de los seis millones que le quedan por cobrar, en el segundo año del que va a ser, su último papel firmado con Ducati. Y Gigi aprovechó para llevar a su bando al resto de jefes de la fábrica italiana.

A partir de este momento (y estamos hablando de la pasada primavera, en pleno confinamiento) se rompe para siempre el crédiro que quedaba intacto aún entre Dovi y Ducati. El arranque de la octava (y última) temporada juntos ha sido una guerra de desgaste en la que Andrea ha ganado una batalla importante este pasado fin de semana.

Porque el anuncio del pasado sábado se produce, como se dice en términos historiográficos, “in suspecto tempore”. Sospechoso, por lo menos, es hacer pública semejante decisión en pleno desarrollo de un Gran Premio. ¿Por qué? También por dinero: Dovi ya tiene una oferta que le gusta de Aprilia para un año de despedida en 2021; con un posible 1+1 en la recámara.

No hagan juicios aventurados, ni siquiera de intenciones: esto es análisis de una información contrastada. Ni Dovizioso es culpable de haber defendido su salario actual (sabiendo que es irrepetible) o de “buscarse las papas” (que dicen en el sur) en otra fábrica; ni Ducati tiene la obligación de renovar a ningún piloto como si tuviera la vitola de imprescindible.

Esa vitola sólo la tiene uno que está con el brazo roto en su casa. Y por eso los que dependen de él cumplieron con la obligación que ellos sí tenían de renovarle. Por cuatro años más. Bendito problema, decían…

Ahora, llega el culebrón del sustituto. Dentro de la jaula de grillos (y de egos) que es Ducati hay gente de peso que apuesta por la juventud de Pecco Bagnaia, que sigue lesionado. La opción Zarco se diluye a cada minuto que pasa después de la barbaridad que perpetró en pista en la última carrera.

Gigi defiende la opción Lorenzo (también un contrato 1+1) por una razón de peso: es el más indicado para motivar a saco a Jack Miller. El australiano odia (no hay otra palabra más exacta) al español; y tenerlo al lado será un revulsivo indiscutible.

En este caso, también, sigan el rastro del dinero, que explica tantas cosas. No olviden que Miller sube al equipo oficial por medio millón de euros al año más resultados. Muy lejos de los seis millones de Dovi o los antiguos doce y pico de Jorge.

Ducati tiene una gran moto, en MotoGP hay una buena cantera esperando, Dorna quiere cambio generacional. Si Jorge Lorenzo quiere volver tendrá que hacer un esfuerzo especial donde más le ha dolido siempre: en el dinero. Y puede que lo haga, dicen, incluso aceptando una moto satélite… Ya tendremos tiempo de verlo. Mientras tanto, insisto: la pasta, que todo lo explica; el dinero, que todo lo mancha. No dejen de seguir su rastro, parroquia.

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ale.garciamontes
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