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A falta de macho alfa, el campeonato del mundo de MotoGP está siendo el más abierto en la categoría máxima desde hace mucho tiempo, concretamente desde que Kenny Roberts Jr ganó el campeonato de 500cc en 2000, un año pasado por agua.

Parece que el mundial es cosa de dos jóvenes lobeznos, Quartararo y Mir, pero con seis carreras por disputar en cuatro circuitos, es una afirmación precipitada. Si Quartararo lleva 108 puntos y Mir 100, quedan 150 puntos por disputar.

Hay que recordar que, aunque la próxima carrera es en Francia, Quartararo entró en meta en 2019 en octava posición. Ganó Márquez, con DoviziosoPetrucci y Miller pegados a su colín a bordo de sus Ducati. Este año los Michelin son más adecuados para Suzuki y Yamaha que para Honda y Ducati, pero es que por delante del francés entraron Rossi y Morbidelli. Mir llegó el último a meta a una vuelta. Pronóstico difícil.

El resto de los machos de la manada está disperso. Valentino Rossi, el de más edad, acaba de anunciar su continuidad un año más en Petronas, el equipo satélite de Yamaha. No se sabe exactamente con qué objeto, toda vez que esta temporada y sin Márquez en pista, desfila undécimo en la clasificación general.

El otro macho adulto, Andrea Dovizioso, tiene que definir cómo quiere ser recordado. Sabedor de la cercanía de la jubilación, ha venido tomando decisiones marcadas por el componente económico mezcladas con el resentimiento. Al final se va a quedar sin moto y sin pasta, como mucho un 10% de lo que cobra este año, y eso si continúa como piloto probador. Ofertas no le faltarán, su pasado en Honda, Yamaha y Ducati es muy jugoso como para dejar que se vaya a hacer motocross.

El resto de pilotos se vienen comportando como los cachorros que juegan a morderse, medio en serio medio en broma, sin querer ser conscientes de que es posible ganar el campeonato. En este punto es inevitable ver repetido el proceso soufflé de Quartararo. Tras un exitoso paso por el CEV estaba destinado a comerse el mundo en Moto3. Una cosa es saberse el texto y otra salir a escena. La presión pudo con el entonces muy joven Quartararo, no llegando a eclosionar como se esperaba. Esta temporada parece un episodio comprimido de aquella circunstancia.

Sin embargo en el paddock hay gente que sabe reconocer el talento latenteno matter what they say, y mueve ficha con el convencimiento de que funcionará. Un claro caso es Sito Pons, que subió a Carlos Checa a la NSR 500 de Alberto Puig cuando éste casi pierde la pierna, precisamente en Le Mans, en 1995. Hasta entonces, Checa apenas había sobresalido en un par de carreras de 250cc. El tiempo ha venido dando la razón a Sito Pons con la inmensa mayoría de los pilotos que han pasado por su equipo. Lo mismo pasó con Quartararo en Moto2: ganó un par de carreras e inmediatamente firmó con el Petronas para debutar en MotoGP.

Ascender por intuición es un arma de doble filo. Jack Miller tenía su contrato firmado para ascender a MotoGP cuando lideraba el mundial de Moto3 que al final no ganó. Sus primeros años a bordo de una RCV fueron una pesadilla a pesar de su indudable talento, pagando el pato de no haber hecho la mili en Moto2.

Muchos se preguntan si el ascenso de Jorge Martín y Enea Bastianini es precipitado. En el caso del español, es campeón del mundo de Moto3. No es garantía de nada, pero pone en valor virtudes, como aguantar la presión en momentos difíciles. Será compañero de Johann Zarco, otro que es campeón del mundo, dos veces en Moto2, aunque a veces le salte el automático rodando bajo presión. Se dice que el Pramac será más fuerte que el equipo oficial, que contará con Bagnaia y Miller. Pecco sí ha sido campeón del mundo y esta temporada está mostrando que será uno de los grandes, mientras que Miller es un piloto capaz de rodar muy rápido y hacer poles, pero sus carreras suelen ser de más a menos, síntoma de sufrir con el neumático usado.

Bastianini no ha sido campeón del mundo de nada y ha conseguido un asiento en el equipo de Rabat, que aporta el sponsor al Esponsorama Racing como lo hizo en su día Karel Abraham. Rabat sí ha sido campeón del mundo y tiene talento, pero desde que la moto de Morbidelli le destrozó la pierna el año pasado tras una caída (propia) inofensiva, no levanta cabeza. No se sabe si Bastianini contribuirá al presupuesto del Avintia: no es del Ranch ni ha pasado por él, pero es indudable que Carlo Pernat (su manager) sabe moverse entre bambalinas.

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ale.garciamontes
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