Mutt no es una marca al uso. Sus fundadores provienen del mundo de la transformación de motos con una idea muy clara: fabricar motos únicas de pequeña cilindrada, diferentes pero accesibles y con una calidad de construcción superior a las grandes series.
Las motos se diseñan y ensamblan en Birmingham. Algunos componentes, como los neumáticos o el motor, se fabrican en China bajo estrictos controles de calidad. En el caso de la Mutt Razorback, que afortunadamente fue presentada en el Revival Café Madrid en tormentosa tarde veraniega, el archiprobado motor proviene de Suzuki, concretamente de la Suzuki GN125. Los experimentos, con gaseosa.
La estampa de la moto a primera vista es imponente. El único plástico que pude encontrar fue en el soporte de la matrícula y eso solo se ve en motos de fuste. Los guardabarros son de aluminio, quizá demasiado corto el delantero. En motos personalizables parece más razonable que sea el propietario el que reduzca el tamaño de sus guardabarros, porque si de origen es pequeño, por mucho que sea aluminio anodizado, éste no crecerá si el propietario lo quisiera más grande. Las tapas laterales también son de aluminio mecanizado y otorgan un aspecto y tacto de moto muy trabajada (en el buen sentido).
La primera tentación es subirse, a ver cómo es la calidad percibida y es cuando viene la primera sorpresa: es una moto muy ligera, muy estrecha y muy alta. Con mi 1,78 apenas llegaba al suelo con la punta de los pies. El asiento, aunque cuenta con asas para el pasajero, es largo, pero también duro. No es una moto para viajar, desde luego, pero deja claro que sus intenciones no van muy lejos de la urbe, a pesar de lo que sus neumáticos indican. Lo que es evidente es que esta moto no está pensada para los bajitos, más bien al revés. Y es que las personas altas parecían condenadas a no poder usar motos de 125cc a riesgo de parecer niños encima de un juguete. Es lo que viene a resolver la Mutt Razorback: una solución para los desamparados que, si querían moto, tenían que sacarse el A2 o el A para aspirar a motos en las que cupieran. Con el carnet B se puede llevar esta moto, rompiendo una barrera invisible que nadie parecía ver más que los Tachenkos.
En la presentación había dos motos, una negro mate y con neumáticos de taco, y otra roja, con las botellas de la horquilla doradas y en un rojo brillante muy conseguido que disponía de gomas apropiadas para el dirt-track. Desde Mutt nos contaban que, con la infinidad de accesorios que se pueden montar, el cliente puede salir de la tienda con la seguridad de tener una moto única y que no hay otra igual. Como en las marcas elitistas. Además, las series que fabrica Mutt son cortas y no suelen repetirse. Eso no significa que la postventa esté desatendida, todo lo contrario. El hecho de usar componentes de contrastada calidad ya probados en otros modelos, garantiza su disponibilidad en todo momento. Y aunque ya están establecidos en España, la casa matriz no está en Asia, sino en Birmingham, por lo que el suministro está garantizado.
A falta de una prueba dinámica que esperamos ofreceros pronto, la pudimos arrancar, comprobando que el pequeño monocilíndrico de origen japonés sonaba redondo, a través del silencioso recortado que discurre bajo el motor. Atención pues a los bordillos destroza-colectores, porque la altura de moto y suspensiones pueden llevar a engaño. Suspensiones, por cierto, que consisten en una horquilla invertida y un monoamortiguador de buen aspecto, pero de efectividad por comprobar.
La instrumentación se reduce a lo mínimo imprescindible para la homologación, que contrasta con intermitentes progresivos, propios de un coche alemán de gama alta.
La Mutt Razorback es una moto que encajará como un guante a un pequeño grupo de clientes. Para otras morfologías más comunes y gracias a su flexibilidad de producción de tiradas cortas, Mutt cuenta actualmente con una gama de 22 modelos en su web. Algunos ya estarán agotados y no se volverán a hacer. Si encuentras uno que se adapte a tu gusto y tamaño, ¡yo no me lo pensaría mucho!
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