Hace ya tiempo que en F1 se emplea la radio para la comunicación con los pilotos. Se emplea para determinados supuestos, pero no es nuestra labor analizar las cuitas de las carreras de enlatados. Solo se trata de constatar que tecnológicamente es posible. No en vano, el hombre llegó a la Luna en 1969.
¿Por qué se plantea todo esto ahora? El pasado GP de Austria fue escenario de dos accidentes pavorosos que milagrosamente quedaron en un susto. El de MotoGP, con dos motos volando entre Rossi y Maverick ha sido repetido hasta la saciedad, pero el que ha abierto el debate de la radio fue el de Enea Bastianini en Moto2. En él, Bastianini pierde el control de la moto, justo después de un cambio de rasante que da a una recta. Es un punto en el que todo el mundo va a fuego. Era el inicio de la carrera y los pilotos iban en fila. No había manera de ver una bandera amarilla en una situación manifiesta de peligro.
- Bastianini pudo retirarse a tiempo de pista, pero su moto permaneció ahí, mientras los pilotos que venían por detrás la esquivaban por derecha e izquierda. Syahrin venía a rebufo de otro piloto; cuando el piloto que le precedía esquiva la moto de Bastianini, El Pescao la embiste gas a fondo y sale catapultado por los aires. Milagro que saliera de ahí solo contusionado.
En situaciones como la descrita no hay manera visual de avisar a los pilotos. En una primera vuelta “van ciegos”, tratando de ganar posiciones en pista en un escenario de lo más estresante. Los pilotos no están a las banderas. En otras situaciones menos peligrosas también es difícil ver las banderas. Las escapatorias son cada vez más grandes y las banderas están cada vez más lejos. Por muchos colorines que se apliquen, el dashboard no garantiza la visión inmediata del mensaje, porque depende de a dónde esté mirando el piloto, que normalmente es a pista.
Un aviso acústico genérico de Dirección de Carrera a todos los pilotos a la vez, garantiza la recepción del mensaje sin intermediarios. El propio Freddie Spencer puede cantar “bandera roja, peligro en pista” y el peligro se desactiva al instante.
Otra cuestión es si la radio sustituirá la pizarra. Los detractores dirán que merma la atención del piloto, pero no parece que sea así en la F1. Lo que sí puede mermar es la pureza de las carreras donde, hasta ahora, las decisiones las toma el piloto, desde que baja la visera hasta la línea de meta. Es cierto que con la pizarra siempre han existido las órdenes de equipo, pero también lo es que la mayoría de los pilotos, por lo que sea, nunca las vieron. Eso no podría ocurrir con el pinganillo.
En el otro lado de la balanza, la comunicación por radio abre la posibilidad de que los espectadores puedan saber en directo aspectos de carrera. Eso significa más conocimiento, más polémica, y lo que es más importante para el organizador, tráfico en las redes, ambrosía para los patrocinadores y por extensión, salud financiera para los integrantes del Continental Circus.
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