Hay un verso de un tal Pedrosa que viene diciendo “la humildad es como el silencio, la nombras y desaparece”. Ayax (Pedrosa) es de Granada y su rap me ha inspirado este análisis de arranque de MotoGP.
Porque la alta competición sólo sabe de una cosa: haz ruido y fuera complejos. Y en el caso de una moto en un “tilkódromo” mastodóntico como Losail, gas sin cabeza contra las Ducati. Que se lo digan a Mir: luego termino con él.
Fabio y sobre todo Mack le han dado hoy la razón a su jefe Lin Jarvis, en el día de su cumpleaños. Viñales, estratega, supo dejar a su nuevo compañero trabajar para mantenerle en la lucha por la cabeza, hasta que atacó para ocuparla a falta de 12 vueltas.
Mejor y menos humilde aún fue el hachazo a falta de ocho a Pecco Bagnaia; para acabar con el tapón que hacía el hombre de la pole al que, sin rubor alguno, sin taparse, ya decía el sábado que saldría con blando-blando el domingo.
¿Y Ducati? Pues que después de esa salida fulgurante en la que estaba hasta el novato Jorge Martín en el grupo, después de las vueltas de Bagnaia liderando, al final se ha cumplido el pronóstico de muchos periodistas de MotoGP: el mejor, Zarco con la Pramac.
Ducati, como fábrica, ha tenido baño de agua fría en la noche del desierto. Y viene otra noche (ya veremos quién se baña) el siguiente domingo. Saben que este podio es un espejismo de oasis.
Y que el cielo de la victoria se conquista con algo más que humildad en las declaraciones a la prensa. Que no todo depende del récord de velocidad máxima o de la puerta que te abre un rival.
Joan Mir es el nuevo piloto de domingos; y no porque Rossi, este fin de semana, solamente lo fue de sábado. Joan ha cumplido con creces: ya ha arrancado “un mundo” mejor que en 2020, donde hizo cero en la primera de Jerez y acabó campeón.
Yo llevo todo el invierno peleándome con Maximo Sant (mañana más en “Diálogos sobre Ruedas”) precisamente señalando que Mir debe mejorar en clasificación. Pero hoy valoro mucho más la reacción del domingo que el problema del sábado. Gracias a la sangre, no a la humildad.
Porque la humildad es como el silencio: lo nombras y desaparece. Por eso un piloto de MotoGP nunca deberá tenerla, por mucho que algunos esclavos de lo políticamente correcto (estoy poniéndome el primero de la lista) se lo pidamos. Bien por Maverick. Mejor (de lo que parece) por Joan.
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