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La muerte de un piloto en plena celebración del Gran Premio de Italia puso de manifiesto que, en MotoGP, no hay “mejor moto” que la fortaleza mental.

Cabeza es la que tuvieron cada uno de los pilotos de MotoGP, que salieron a correr después de no disponer de más de un minuto (de silencio) para superar la muerte de Jason Dupasquier. Segundos más tarde, a la parrilla.

No se trata del infame “show must go on” en este caso, parroquia. Correr, seguir corriendo, es la más grandiosa forma de homenajear la vida de aquel que la entrega, entregado a lo que ha sido su pasión desde niño: ser piloto de Gran Premio de Motociclismo.

Después, puedes preguntarte qué sentido tiene llevar esta vida; jugándotela cada fin de semana de carreras. Lo dijo Valentino Rossi, un tipo que lleva casi cuarto de siglo haciéndolo; y ha visto morir a cinco pilotos en la pista.

La fuerza mental fue más determinante que nunca, en un Mugello sin público, donde el paddock durmió en silencio por primera vez en su historia, arrullado por las colinas de la Toscana.

Cabeza le faltó a Marc Márquez, que tiene prisa por salir del fondo del pozo. Pero, como le está pasando a Rins, primero debe soltarse de ese fondo y sobre todo, dejar de escarbar en él. Si tu moto no va por lo menos úsala para acabar carreras.

Mención aparte merece el aquelarre del sábado con Maverick Viñales, una estratagema por la que Iannone o Barberá eran colgados en plaza pública; pero que sobre todo no tenía sentido ganador alguno: todo por una plaza en una Q2 en la que acabas undécimo.

Insisto: Retratarse (él mismo reconoció que estuvo feo) por dos plazas en el medio de la parrilla de salida. Marc Márquez correrá en Montmeló en siete días; y Máximo Sant y un servidor estaremos discutiendo mañana mismo, en nuestro vídeo de cada lunes. Por su culpa.

Una vez más, cabeza de titanio demostraron tener dos novatos españoles. La barbaridad que está haciendo Raúl Fernández en Moto2 se eclipsa (injustamente) por el tsunami que está siendo Pedro Acosta en Moto3. Ambos salieron del bosque del Mugello con cara de campeón.

La misma que ya va teniendo Fabio Quartararo: por el trabajo “de coco” que viene haciendo desde su enésimo batacazo en los grandes premios, el de 2020. Entonces nos creyó a quienes le coronábamos sin pudor tras el doblete de Jerez.

Este año se estrenó con un top 5 en la primera de Qatar, para ganar en la segunda; volver a ganar en Portugal, salvar algún punto en su drama particular de Jerez, subirse al podio en “su casa” de Le Mans; y llevarse la tercera de 2021 en Mugello.

Fabio Quartararo se va de Italia líder, con más de 20 puntos de ventaja, tras el error (de cabeza, también) de Pecco Baganaia. Y lo mejor: ni una palabra del título; de eso que hablen todos menos él. Y llegará a un circuito que le encanta: Montmeló. Matrimonio de gomas y electrónica con Yamaha, dirán algunos. Gas y cabeza, y cabeza, y cabeza; diré siempre, yo.

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ale.garciamontes
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