Se lo ha dicho él mismo a Jorge Martín: “este año no me sale nada”. Marc Márquez ha reconocido su “error grave” y que está pasando un año duro en el plano psicológico.
Incluso el mismo piloto se olvida de su propia victoria de Alemania, este 2021. Es la prueba del punto de inflexión que está viviendo en estos momentos.
Es un bucle que, para mí, sigue teniendo el mismo punto de partida: Gran Premio de España 2020. Sí, has leído bien: hace más de un año.
Entonces, MotoGP desafiaba al virus y reiniciaba, por fin, un campeonato detenido en Qatar aquel mes de marzo histórico… que hemos echado en el olvido.
El confinamiento ya había hecho una mella especial en la cabeza de Marc. Se encerró bajo el mismo techo no sólo con su hermano: con su nuevo compañero de box.
A la incertidumbre se sumó la crisis fruto del fichaje de Pol Espargaró: él vivía con el piloto que degradaban para 2021, antes de demostrar sus cualidades, en 2020.
Lidiar con aquello no fue sencillo, aunque tuviera sentido. Marc Márquez tiró de liderazgo familiar y el problema quedó resuelto; pero él, una vez más, desgastado en su fuerza mental.
Aquella primera carrera de Jerez fue una descarga de ira: quería ganar el título en una sola carrera, de un solo golpe de autoridad a toda la parrilla.
Y falló, ojo: penalizado por un eje trasero en el que no ha podido volver a confiar nunca más. Y volvió a equivocarse en su intento, ya indiscutiblemente precipitado, de regreso.
En 2021 no ha solucionado del todo sus problemas físicos; pero lo que le atenaza su pilotaje son los problemas técnicos evidentes de su Honda.
Sabe que hay un problema hasta 2022 con el motor y la electrónica. Y con esos neumáticos que están arruinando el año a otros pilotos, también.
Marc Márquez lleva varios fines de semana de Gran Premio tirando de “furia española” y de talento propio para volver a sentir la magia que le hace ganar.
Pero, e insisto en que son palabras del propio piloto, este año no le sale nada. Y ahí está la clave: no debe forzar que salga, ahora, lo que no puede salir.
Difícil, pero no imposible: Marc tiene, simplemente, que plantearse las carreras con otra perspectiva. El palo del viernes, por ejemplo: evitable. O las declaraciones de este mismo domingo: acertadas, pero tarde.
Jorge Martín le ganó fuera de pista. En caliente, con la carrera aún en liza, atendió a los micrófonos para dar una imagen profesional y deportividad demoledora.
Marc puede hacer este camino: debe recorrerlo. Y el sitio adecuado es, precisamente, la próxima carrera de MotoGP, en un circuito que le encanta y donde tiene una curva a su nombre: Aragón.
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