Son palabras del propio Marc Márquez, en primavera: “ojo con Bagnaia este año”. Era su predicción antes de materializar su regreso a MotoGP, con la temporada ya empezada.
Pecco Baganaia se ha creído, o por fin se ha sabido piloto de fábrica de Ducati y, como un Dovi de antaño, ha sido capaz de plantar cara al más caníbal de sus posibles rivales.
Marc Márquez ya se había tomado tres refrescos siguiendo la rueda de la moto roja. Seguro que le dio tiempo a pensar cómo iría, él, con una Ducati de las de hoy en día.
Que iba a intentarlo ni cotizaba: la pregunta, antes de que sucediera y en el oscuro corazón de algunos boquerones desinformados, era cómo iba a hacerlo.
Y sobre todo: cómo iba a salirle. Porque el trance de Silverstone contra otra Ducati conducida por otro piloto flotaba como la niebla que retrasó el Warm Up de la mañana.
Marc Márquez llegó a Aragón enchufado; y el viernes volvió a sufrir una de esas caídas evitables (y cara: más de cien mil pavos para HRC) que le acompañan desde siempre.
Pero poco a poco, todo fue poniéndose en el sito: su cabeza también. El resbalón del sábado, en cambio, sí fue positivo: porque estaba justificado. De delante, buscando el límite en la chicane.
Después, se borró para ganar: “Si estuviera normal diría que sí, pero no es el caso. Mañana tocará entender dónde estoy y cómo me encuentro. No puedo hacer una carrera muy rápida desde el principio“.
Mintió, como tocaba. Este domingo salió como un tiro desde la segunda fila, siguió detrás del más rápido y se fue con él hasta el podio. Pero ojo: perdiendo la carrera.
Y esta derrota, insisto, es la mejor de toda su vida deportiva. Hay otros segundos puestos, detrás de Dovi o especialmente los protagonizados con Jorge Lorenzo, que dolieron (según y cómo) mucho más.
Esta victoria de Pecco Bagnaia, también, es menos derrota; porque quien le ha batido no está, aún, etiquetado como enemigo irreconciliable en la cabeza de Marc Márquez.
Y no ganar este domingo, en este año de pretemporada 2022 de Marc, tiene un beneficio extra para su trabajo mental personal: no dejar de pisar con los pies en el suelo.
Porque él sabe que le queda mucho camino, aún. Mucho tiempo para volver donde quiere. Y lo peor de todo. Nadie, ni siquiera él, sabe cuánto.
El siguiente fin de semana MotoGP vivirá el primer aquelarre rossista en Misano. Y Marc Márquez volverá a enfrentarse a sí mismo una vez más.
Y sobre todo: si la próxima vez se olvida de quienes pretenden enterrarle, habrá ganado mucho más que una carrera.
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