La oportunidad que disfrutan los cascos abatibles elevando el mentón, aporta esa brizna de aire fresco que necesitamos de vez en cuando los que vamos en moto y, por ejemplo, necesitamos hablar con alguien sin que nuestro chorro de voz lo entorpezca ningún obstáculo para hacernos entender. En tiempos prepandémicos, el mero hecho de entrar a la caja para pagar en una gasolinera sin la necesidad de quitarnos el casco, ya es motivo más que suficiente como para hacerte con los servicios de un casco abatible. Hoy día la mascarilla ha cambiado tantas actitudes y comportamientos que lo acaba condicionando casi todo.
Sin embargo, la practicidad de un abatible, también denominado convertible o modular, reside precisamente en esa “doble personalidad” tan valorada por muchos usuarios de la moto. Un doble uso que conlleva una serie de matices que, a continuación, pasaremos a exponer y que deberás tener muy en cuenta a la hora de rodar con él, ya que, de entrada, no todos los abatibles disponen de la necesaria doble homologación para ello (como integral cerrado y, abierto, como jet). En realidad, hoy día las principales marcas que disponen de cascos abatibles en nuestro mercado, ofrecen sus productos con la necesaria doble homologación para ir con tu moto en marcha con él abierto. Otra cuestión diferente es si realmente es conveniente hacerlo o en qué casos es mejor conducir con el mentón cerrado, así como los condicionantes que sus innatas características establecen frente a otras opciones que encontramos en las tiendas.
Es, sin lugar a dudas, en ciudad donde más y mejor se desenvuelve el abatible y donde más servicio ofrece al motorista. No solemos rodar muy rápido y, en caso de necesitar hablar con el pasajero, nos resultará mucho más fácil hacernos entender con el mentón arriba, tanto en detenciones como si lo hacemos durante la marcha, generalmente a baja velocidad como decimos. Pero, ¿es igual de seguro un abatible abierto que cerrado?
Evidentemente no. Podríamos hacernos la misma pregunta comparando un casco integral con otro jet para uso urbano, que es lo que ahora estamos tratando. La protección de la unidad integral es muy superior frente a la exposición de la cara que brinda un casco abierto, sea cual sea la velocidad a la que circulemos; de ahí que si trasladamos la misma comparación fuera de la ciudad, la obviedad se eleva a la máxima potencia, sin discusión.
Existe un último apunte interesante para los que se han decidido por emplear un abatible en cortos trayectos urbanos: en caso de necesitar desprenderte el casco de manera habitual, siempre será mucho más fácil volver a ponértelo con el mentón abierto y tirando de los extremos hacia fuera, justo a la altura de las correas. Así, las apreturas son menos y el engorro de emplear un integral que nos quede ajustado (norma básica para cualquier casco que queramos que nos proteja como se espera de él) queda, en parte, paliado, al menos al enfundárnoslo. Por supuesto, resulta agradable el hecho de poder continuar hablando con el pasajero manteniendo el mentón elevado mientras arrancamos la moto y dejamos que se caliente el motor, al tiempo que te ajustas la chaqueta y te pones los guantes. Es el momento donde un abatible mejor cumple con su cometido, haciéndose valer además del ajuste micrométrico. Rápido y sencillo. Una vez en marcha, tenlo claro: la seguridad, ante todo.Así, un abatible con el mentón abierto multiplica las posibles lesiones que pudieran ocasionarse derivadas de un accidente frontal, o simplemente por una caída con impacto en la zona delantera del casco. Yendo todavía un poco más lejos y situándonos en el peor de los casos, allá donde las casualidades desgraciadamente pueden llegar a ser realidad, un mentón abierto tiene más opciones de engancharse con cualquier pieza de la moto (o elemento de la vía, el pavimento, otros vehículos, etc) que si lo mantenemos cerrado. De modo que si pensamos en la persecución de la máxima seguridad posible, un casco abatible debería ser usado abierto solo mientras no rodemos. En marcha, mejor cerrado. A mayor velocidad, el riesgo se multiplica.
El casco abatible en carretera
Como decimos, en carretera abierta y lejos de la ciudad, el uso de un casco abatible resulta más delicado por sus características. De entrada, un abatible suele ser más pesado que un integral de las mismas características (especificaciones, calidades y precio). La explicación la encontramos en el mayor número de piezas que lo componen, de entre las que suele destacar el tamaño del mentón. Si a ello le sumamos el efecto aerodinámico de resistencia al aire del propio mentón en su zona más alta, obtendremos como resultado una incomodidad manifiesta y evidente.
Las marcas llevan décadas estudiando y puliendo los inconvenientes derivados de los cascos abatibles, dando forma a diseños que intentan minimizar la zona de contacto con el aire del mentón una vez abierto, o incluso desplazándolo hacia atrás con otro efecto añadido: el peso se desplaza a este punto y tampoco resulta precisamente agradable en marcha. Si bien una vez más habría que recordar los efectos de una caída en carretera, en esta ocasión con el riesgo añadido del incremento de la velocidad de rodaje respecto a un uso urbano.
Los “atenuantes” que justifican el uso de abatibles en marcha por carretera abierta suelen relacionar el empleo de amplios carenados protectores que mitigan el impacto del aire sobre el casco, o simplemente un rodar tranquilo contemplando el paisaje mientras comentamos los detalles con nuestro pasajero… Todo ello con la doble homologación como principal reclamo. Llegados a este punto, habría que decir que en tu responsabilidad reside el buen uso de tu casco abatible, debiendo conocer los principales argumentos que lo defienden pero, al tiempo, siendo conscientes del riesgo que entraña en determinadas situaciones.
Cómo encontrar el mejor casco abatible
La elección del casco abatible que mejor se adapte a tus circunstancias moteras es sencilla: busca el que más te guste por gráficas o colores y piensa que su peso será más elevado, en general, que el de un integral medio. Pruébatelo con el mentón abierto y comprueba que la presión en el frontal, zona trasera y laterales no es excesiva. Si ya lo has elegido, pide al vendedor que te ajuste el cierre micrométrico para que quede a la medida correcta, ni muy apretado ni excesivamente holgado. Antes de decidirte, fíjate en cómo te queda la gafa escamoteable desplegada que, probablemente, incluya el casco: si te roza en la nariz con el reborde inferior, tal vez (no siempre) el casco te esté grande; en cualquier caso, piensa en lo molesto que resulta rodar en moto mientras “te lima” la nariz…
Y no olvides comprobar lo fácil, o no, que resulta presionar el botón que libera el mentón mientras lo haces con tus guantes de moto. Si son de invierno, tal vez tengas más problemas para encontrarlo o actuar sobre él. Echa un vistazo final a las zonas de contacto del mentón con la base del casco, ya que a más apertura o distancia en este punto, más espacio libre para que el aire se cuele hacia el interior. Aquí el mecanismo debe ser lo más silencioso posible, con “clics” de cierre suaves. Como es habitual y salvo excepciones, el precio nos dará una pauta en este y otros detalles, como calidades de la pantalla principal y la gafa escamoteable, materiales del cierre micrométrico, estabilidad de las tomas de aire, etc.
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